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DOS AÑOS DE GOBIERNO SOCIALISTA

Dos tercios de la política exterior siguen sin amarras

El paso del ecuador del Gobierno socialista llega sin que se termine de amarrar aún uno de los tres anclajes -el europeo- con los que Felipe González definió su política exterior. Otro -el mundo árabe- depende de los resultados que tenga el prometido intercambio de embajadores con Israel y de la búsqueda de un equilibrio en el Magreb, mientras el tercero -Iberoamérica- parece ir desarrollándose sin problemas, mientras se incrementan los programas de cooperación, para los que se ha invitado también a terceros países.Carente de una infraestructura sólida y disminuidos sus presupuestos económicos, el futuro de la diplomacia española aún depende de dos leyes de lenta gestación, que le servirán de definición una y de instrumento la otra: la ley del Servicio Exterior y la ley de Cooperación Internacional.

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El fin de la primera mitad de la legislatura socialista ha coincidido también con algo que un alto funcionario del Ministerio español de Asuntos Exteriores definió como "casi una sorpresa": el desbloqueo del contencioso de Gibraltar y la aceptación británica de discutir sobre la soberanía del Peñón.

El anclaje europeo no depende de la definitiva fecha de ingreso de España en la CEE, sino de la definición de España en la seguridad de Occidente. Tras casi dos años de enigmáticas declaraciones, Felipe González dio a conocer, en el último debate de la nación, su decálogo para el consenso, reiterando la promesa del referéndum sobre la OTAN, marcándole una fecha, y haciendo públicos sus deseos de permanecer en la Alianza Atlántica -aunque sin participar en su estructura militar- y de disminuir la presencia militar estadounidense en España.

Pendiente aún del consenso, en círculos políticos y diplomáticos españoles no se descarta que el Gobierno abandone una de sus pretensiones -la no integración militar-, a cambio de llevar a cabo la otra -la disminución de las fuerzas militares norteamericanas en España.

Antes de que finalice la legislatura se habrá tenido que cumplir otra promesa electoral, además de la del referéndum: el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel. La llegada del PSOE al poder ha representado, de hecho, el acercamiento más notable entre Madrid y Tel-Aviv desde que existe el Estado judío.

Desde hace dos años, no sólo se han abierto líneas aéreas entre las dos capitales y se han intercambiado visitas a niveles parlamentarios, municipales, técnicos y de comunidades autónomas, sino que los representantes israelíes en la sede central madrileña de la Organización Mundial del Turismo han mantenido diálogos frecuentes, por vez primera, con sus colegas diplomáticos españoles en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

La fecha del intercambio de embajadores con Israel levanta ciertas incógnitas sobre el inmediato futuro de las relaciones de España con el mundo árabe, por las posibles incompresiones y suspicacias que pueda suscitar este hecho.

Por lo que respecta a la parte más cercana a España del mundo árabe, la llegada de los socialistas al poder ha tenido efectos opuestos a los presumibles en las relaciones con el Magreb: se ha producido un sensible acercamiento a Marruecos -salpicado de anecdóticos incidentes pesqueros-, mientras que aún falta por romper el hielo con Argelia.

Después de que el PSOE mantuviera lazos fraternales con el FLN (partido único argelino) durante sus años de oposición, la revisión de los socialistas españoles de su política respecto al Sáhara y la no solución del contencioso del gas han impedido el diálogo al más alto nivel gubernamental entre Madrid y Argel.

Los dos años de Gobierno socialista han puesto en su haber diplomático también el acercamiento con Francia -con llamativos efectos en la cooperación antiterrorista-, realizado a través de seminarios ministeriales de periodicidad semestral, y el final feliz de la prolongadisima Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea de Madrid, tras la aceptación de una fórmula de compromiso ideada por Fernando Morán.

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