Un alemán controla la seguridad personal del dirigente libio
La seguridad personal del presidente libio es objeto de un despliegue durante 24 horas al día que roza la ficción científica. El cerebro de su aparato de protección es el alemán oriental Karl Hanesch, un marxista convertido al islamismo, que vive en Libia desde hace 11 años y que, según el semanario francés L'Express, es también consejero ideológico y psicólogo del dirigente libio.Gaddafi, que ha escapado ileso a no menos de media docena de atentados contra su vida, no duerme dos noches seguidas en el mismo sitio, y sus itinerarios son modificados sin cesar por El Hanesch, como los libios denominan al jefe de su guardia personal. Su reactor privado, a bordo del cual hay una instalación para 11 líneas telefónicas internacionales, está listo permanentemente, los 365 días del año, para llevar al imprevisible Gaddafi a cualquier punto del globo.
En todos sus desplazamientos aéreos o en automóvil hay un segundo avión o coche que funciona como un arsenal electrónico y está destinado a ser el señuelo en caso de un ataque con proyectiles pesados o cohetes, atrayendo el fuego atacante. Así sucedió en 1980, cuando el avión señuelo que acompañaba al que traía a Gaddafi desde Moscú fue destruido por un cohete cuando iba a tomar tierra en Trípoli.
Karl Hanesch, un brillante alumno de la escuela de espionaje de Potsdam, en Alemania Oriental, dirige en Trípoli una tupida red de dos centenares de hombres, procedentes y entrenados en Berlín Este, que bajo la supervisión del jefe de la inteligencia germanooriental, Markus Wolf, controlan hasta a los colaboradores más íntimos del dirigente libio y se infiltran sistemáticamente en todos los aparatos del Estado, incluidas las fuerzas armadas.
El fichero de sospechosos que controlan en Trípoli los agentes germanoorientales dirigidos por El Hanesch no excluye a nadie, ni siquiera a las vistosas amazonas, las jóvenes guardias de corps que se desplazan sistemáticamente con el líder libio como primera falange armada de su seguridad. La infiltración en el Ejército, por ejemplo, permitió a Hanesch desactivar la insurrección de la guarnición de Tobruk en mayo de 1981.
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