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Giscard, acusado de incumplir la Constitución en el caso de los 'aviones husmeadores'

El ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing actuó inconstitucionalmente en 1976 al no informar a sus primeros ministros sobre un sistema presuntamente revolucionario de realizar prospecciones petrolíferas, sistema que luego resultó ser un fraude, según las conclusiones de una comisión parlamentaria que ha estado trabajando durante seis meses en el llamado caso de los aviones husmeadores. Los 30 miembros de la comisión también han señalado responsabilidades en el escándalo del ex primer ministro Raymond Barre.

El folletón cómico-trágico-escandaloso de los aviones husmeadores irrumpió en la escena francesa hace ahora un año. Se supuso, entonces, que los socialistas sacaron estos trapos sucios del Gobierno de centro-derecha con el fin de aplicar un buen directo al mentón político del ex presidente Valéry Giscard d'Estaing, informa Feliciano Fidalgo.Sucintamente, el asunto se resume así: a través de personalidades eminentes de la República francesa, como el ex presidente del Gobierno y ex ministro de la economía gaullista, Antoine Pinay -que a sus 92 años también ha sido considerado responsable- dos inventores, uno belga y otro italiano, pusieron en las manos de las máximas autoridades francesas el invento que, según sus progenitores, realizaría milagros tecnológicos inauditos y, para empezar, detectaría de la manera más simple y desde el aire los yacimientos de petróleo.

En 1976, Giscard aprobó el sistema y ordenó a la compañía estatal Elf-Aquitaine que comenzara a trabajar con él, sin informar de ello al entonces primer ministro, Jacques Chirac, ni al sucesor de éste, Raymond Barre, infringiendo la Constitución que, en su artículo 19, prescribe la ratificación de los actos presidenciales por el primer ministro. En diciembre de 1976, al medio año de su nombramiento, Barre fue informado del plan, pero, a su vez, ocultó la información a sus ministros de Defensa, Economía y Finanzas.

En el milagro se invirtieron millones de francos y comenzaron a aparecer sospechas de todo orden. Por fin, el Gobierno cerró la espita de los créditos, no quiso saber más de los aviones que debían husmear el petróleo, y enterró el asunto para que nadie supiese nada.

Fueron los socialistas los que desenterraron el caso en noviembre del año pasado. Las 650 páginas del informe elaborado por la comisión parlamentaria evalúa en casi 400 millones de francos (unos 7.200 milones de pesetas, al cambio actual) las pérdidas sufridas por el erario francés.

El informe detalla, a fondo, la participación de miembros importantes del contraespionaje francés, y confirma que, no se sabe por qué, cada personaje confiaba en el otro como si se encontrara iluminado, por los futuros y milagrosos yacimientos de petróleo o por secretos indescifrables. Un personaje, abogado, Jean Violent, juega un papel alucinante: convence a todos, espías, dignatarios religiosos, políticos, etcétera, y hasta es valorado como "un personaje extraordinario, agente del Vaticano".

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