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Genscher anuló su viaje a Varsovia por discrepancias con el Gobierno polaco

El ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de la República Federal de Alemania (RFA), el liberal Hans-Dietrich Genscher (FDP), anuló casi en el último minuto la visita que tenía previsto comenzar ayer a Polonia porque, según anunció en Bonn el Ministerio de Asuntos Exteriores, "en la última fase de los preparativos se produjeron circunstancias que parecen aconsejar un aplazamiento, en interés de la comprensión y normalización".

La nota oficial, publicada a las tres de la madrugada de ayer, menciona, como motivo del aplazamiento, la negativa polaca a conceder visado de entrada a un periodista de la RFA, el rechazo del deseo de Genscher de depositar una corona en la tumba de un soldado alemán en un cementerio de Varsovia y las advertencias públicas hechas el martes por el portavoz del Gobierno polaco, ministro Jerzy Urban, contra una visita fuera de programa a la tumba del sacerdote opositor asesinado, Jerzy Popieluszko.Los motivos alegados ayer en Bonn para la anulación del viaje parecen poner de manifiesto fallos en los preparativos de la visita. La negativa del visado al corresponsal en Viena del diario derechista de Bonn Die Welt era conocida y los detalles del programa estaban discutidos probablemente desde hace días. Queda la advertencia de Urban contra la visita a la tumba de Popieluszko, que se produjo al mediodía del martes en Varsovia. Aunque Genscher estaba en la reunión de ministros de la Comunidad Económica Europea en Bruselas, tuvo tiempo suficiente para anular el viaje. Los periodistas que iban a acompañar al ministro de la RFA fueron despertados a las cuatro de la madrugada, para anunciarles que podrían dormir la mañana del día de oración y penitencia, que es festivo en la RFA.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores declaró ayer que la anulación se produjo a última hora porque se esperó a poder resolver los problemas pendientes.

En una conferencia de Prensa en Viena, durante su visita a Austria, el canciller (jefe de Gobierno) de la RFA, Helmut Kohl (CDU), declaró que las conversaciones sólo son posibles "en una atmósfera de confianza", excluyó que se pueda realizar una "selección de periodistas" y añadió que "es natural que se visiten tumbas de guerra de alemanes".

Un aplazamiento

La nota oficial publicada en Bonn no habla de anulación del viaje, sino de aplazamiento, y espera que sea posible realizarlo "pronto, bajo circunstancias adecuadas". Los motivos aducidos resultan poco convincentes. Un análisis de las circunstancias produce más bien la impresión de que Genscher no tenía escapatoria y no pudo utilizar su táctica de dejar a todos contentos: visitar el campo de concentración de Auschwitz y depositar una corona a las víctimas y, al mismo tiempo, dejar flores en la tumba de un soldado alemán en Varsovia; realizar un gesto hacia la oposición polaca, con una posible visita a la tumba de Popieluszko, sin irritar al Gobierno polaco. Hacer todo esto sin molestar a nadie era poco menos que la cuadratura del círculo, en un país donde la sensibilidad ante la RFA está a flor de piel.Genscher había conseguido bloquear en Bonn un debate parlamentario exigido por algunos diputados del socio democristiano de la coalición (CDU/CSU) sobre temas espinosos, como la frontera Oder-Neisse y la presunta minoría alemana residente en Polonia. Si a esto se añade la huida masiva el pasado martes en Hambugo de 192 pasajeros de un barco polaco, más la circunstancia de que la Embajada de la RFA en Varsovia esté todavía ocupada por unos ciudadanos de la RDA y otros polacos, que quieren emigrar a Occidente, el panorama no podía ser más desfavorable para el viaje.

Genscher prefirió anular la visita a encontrarse con una situación en Polonia de la que difícilmente podría haber salido airoso sin dejar descontentos a unos o a otros. Contentar a sus anfitriones significaba enfrentarse con el socio de coalición en Bonn y dejar una mala impresión en la oposición polaca. Por otra parte, Bonn no ha definido claramente todavía su postura ante el problema de la minoría alemana en Polonia. El primado polaco, cardenal Jozef Glemp, dijo, el pasado agosto en un sermón en Czestochowa, que "el derecho de un país no puede aplicar sus normas a los ciudadanos de otro, si quiere ser derecho y no una ficción orientada hacia un juego político".

Estas palabras del primado aludían a la ficción mantenida por la RFA de reconocer como alemán a quien "haya sido acogido en el territorio del Reich alemán en los límites del 31 de diciembre de 1937 con carácter de refugiado expulsado étnicamente alemán, o de conyuge o descendiente de aquél". Según este artículo 116 primero de la Constitución, ciudadanos polacos que hoy viven en Silesia y Pomerania y descienden de alemanes serían alemanes, aunque hayan nacido en Polonia, hablen polaco y no hayan visto nunca al país que les ofrece la nacionalidad. Esto es inaceptable para toda Polonia, desde el cardenal Glemp a los neoestalinistas, y también para la oposición al régimen.

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