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Masiva asistencia de público al ciclo de cine español en Tokio

Las películas del Festival de Cine Español de Tokio están logrando llenar las salas en las que se exiben, en cada uno de los cinco o seis pases de que son objeto, a pesar del planteamiento escasamente internacional, al menos a primera vista, tanto por su poso de folklore como por las referencias históricas que las atraviesan. Es más, en algunas de las sesiones el público ha ocupado los pasillos de la platea, de pie, porque, al no ser numeradas las localidades, nunca se tiene la garantía de contar con la butaca asegurada.

De hecho, en este país superpoblado, los cines acostumbran a estar desiertos y las aglomeraciones que está provocando este ciclo son infrecuentes. Este éxito de público hace más fundadas las esperanzas de éxito comercial; es decir, de que la venta de películas se amplíe a más títulos, que vendrían a sumarse a los pocos que ya tenían un futuro claro antes de ser exhibidos en esta muestra.La Prensa japonesa, que se guía por criterios muy distintos de los que rigen en el mundo occidental, está siguiendo el desarrollo del festival con notable atención, como lo prueba el número de entrevistas solicitadas, el interés con que se recibió la conferencia de prensa de presentación y la buena acogida que ha tenido el gesto de Pilar Miró de ceder en depósito a la filmoteca nacional japonesa las copias que se han traído a la muestra de Tokio.

Este gesto adquiere una especial dimensión de solidaridad cuando se recuerda que, en septiembre de 1983, un incendio destruyó buena parte de los fondos de dicha filmoteca, sin que hasta el momento el gobierno japonés se haya preocupado suficientemente del desastre.

Retrospectiva

La buena estrella del cine español en Japón, donde era prácticamente desconocido -apenas una treintena de títulos en 45 años es un pequeño bagaje-, ya brillaba en el momento del mencionado incendio, puesto que ninguna de las películas hispanas que figuraban entre los fondos de la filmoteca fue alcanzada por las llamas.Esto ha permitido arropar este ciclo de cine de la democracia con una amplia retrospectiva de la producción cinematográfica española durante el franquismo. Empezando por Surcos y acabando con Las largas vacaciones del 36, desde Nieves Conde hasta Jaime Camino, pasando por Bardem, Luis G. Berlanga, Fernán-Gómez, Olea, Aranda, Rovira Beleta, Bufluel, etcétera, el público japonés ha podido hacerse una idea cabal de la evolución de nuestra cinematografía, desde sus albores neorrealistas hasta el deseo de reconstrucción histórica de un pasado conflictivo.

Los problemas, los pequeños problemas, más bien han surgido en el seno de la propia delegación española.

Ausencias

Así, ha sido muy lamentada la ausencia de Víctor Erice, un cineasta que aquí es muy admirado; su filme El Espíritu de la colmena se considera una obra maestra indiscutible. También han sorprendido las desavenencias de criterio entre Pilar Miró y Carlos Saura, ya que mientras la directora general afirmaba que en España no existe censura institucional, el cineasta matizaba que sí pervivían temas tabúes, como el Ejército o la Iglesia, instituciones que, según él, no pueden ser analizadas críticamente.Aunque ni Bodas de sangre ni Carmen ni Los zancos sean obras que tengan entre sus propósitos el establecer un pugilato con los hipotéticos techos de permisividad, la fama y prestigio del director -que, por cierto, no asistió a la presentación de su película, linuitándose a enviar un mensaje de salutación y agradecimiento estrictamente personal para que fuera leído en la sala- da un cierto relieve a la discrepancia que, lamentablemente, se presta a confusión, ya que, al margen de razones, parece sugerir que el control que el Estado ejerce sobre la propia cinematografía es de una índole distinta a la que se da en países como Alemania o Francia, por citar ejemplos conocidos.

El Festival de Cine Español en Tokio, que se ha organizado con unos planteamientos similares al celebrado en Buenos Aires, pretende dar a conocer la producción cinematográfica española, como primer paso en su promoción, para conseguir, después, un desarrollo del mercado.

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