Los arquitectos catalanes tributan un homenaje póstumo a José Antonio Coderch
Un acto de homenaje al arquitecto José Antonio Coderch y de Sentmenat, fallecido el pasado día 5 de noviembre, se celebró ayer en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona. El acto, caracterizado por su emotividad, se enmarca en una serie de actividades conjuntas organizadas por las escuelas de arquitectura de Barcelona y del Vallès en memoria de Coderch. Dichas actividades culminarán el próximo mes de marzo, en coincidencia con el fin de las obras de ampliación de la escuela universitaria barcelonesa, obra póstuma del arquitecto homenajeado.
Intervinieron en el acto, en el que estuvieron presentes el decano del Colegio de Arquitectos y los directores de las escuelas de Barcelona y del Vallès, el arquitecto Federico Correa, los catedráticos de la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, Helio Piñón e Ignasi Solà-Morales y el catedrático retirado de la Facultad de Bellas Artes, Rafael Santos Torroella.Correa inició su parlamento con una evocación de la época en la que fue discípulo de Coderch y con una glosa de la personalidad pedagógica del maestro. "En el triste panorama de la arquitectura de la posguerra encontrar a alguien de la fuerza de Coderch significó un gran impacto", explicó Correa, "Finales de los años cuarenta y principio de los cincuenta fueron un buen momento para conocer a Coderch; aunque entonces yo fuera su alumno, él tenía sólo 10 años más que yo y todavía estaba descubriendo su propia arquitectura, fue un privilegio vivir esa época".
El arquitecto recordó "el absoluto rigor, la rebeldía y el inconformismo" del homenajeado y resaltó su interés por la arquitectura en su totalidad, un interés que se manifestaba en un minucioso cuidado por los interiores". Correa afirmó que "ver proyectar a Coderch, observar cómo atacaba el proyecto lápiz en mano, era algo increíble" y dedicó la última parte de su intervención a la crisis -pasajera- de sus relaciones con el maestro "que condujo a que en los años sesenta nos encontraramos en posiciones casi antagónicas".
Dimensión europea
Ignasi Solà-Morales se refirió a continuación a los aspectos internacionales de Coderch y consideró al arquitecto un "componente de la aventura europea". El catedrático ubicó a Coderch en la Segunda Generación de arquitectos, nacida de la general crisis posbélica del optimismo científico que dominaba a la cultura europea en 1945. Estos nuevos arquitectos "oponían el sentido común, la experiencia inmediata y personal y el realismo a los grandes discursos de la época anterior. Eran básicamente empiristas, una generación culturalmente hija del existencialismo, a la que sin embargo cupo el gran reto de la reconstrucción de Europa y de la ordenación del proceso de crecimiento de las ciudades".Solà consideró la interiorización del trabajo y "el absoluto compromiso entre obra y autor" como un fruto de la influencia existencialista y citó como ejemplo el radicalismo ético" de Coderch. "Coderch sufría la arquitectura, para él no era sólo un oficio, una práctica, sino su propia vida", dijo. El catedrático finalizó subrayando "la preocupación de Coderch por la construcción de la ciudad moderna" y su elección de la residencia como configuradora de la vida ciudadana, "una idea en resonancia con la arquitectura europea".
La intervención de Helio Piñón, titulada Pensar desde los sentidos, estuvo dedicada a los aspectos más específicos de la arquitectura de Coderch. El catedrático consideró que "la intervención del parámetro sensitivo en la obra de Coderch no ha sido suficientemente valorada" y señaló que "razón y sentimiento se solapan e interactúan en su obra sin que uno prime sobre el otro".
Santos Torroella cerró el homenaje con un panegírico sobre Coderch, del que fue amigo personal, en el curso del cual procedió a leer al público una afectuosa carta de Antoni Tapiès al arquitecto, remitida poco antes de la muerte de Coderch, y que éste no llego a leer. El crítico consideró a Coderch "un hombre bueno por encima de todo" y disculpó "su anticatalanismo" -"dirigido principalmente hacia los políticos catalanes" -por el "anhelo de perfección" que caracterizaba al arquitecto y que le hacía desear que todo fuera mejor de lo que él creía que era.
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