Precipitadas pegatinas
El éxito popular de El pico, la película más taquillera del pasado año, ha propiciado una prolongación, que retorna las bases argumentales de la primera para desembocar en una película que repite buena parte de lo ya enunciado y se encamina por derroteros más arriesgados y distintos.El conflicto entre el cuerpo de la Guardia Civil y un comandante, padre de un heroinómano complicado en un asesinato, se hace más tenso y cerrado; la denuncia de la corrupción del aparato de justicia, más evidente; las referencias a las confusas redes que manejan el comercio de la droga, más frecuentes y acusadas. En ese sentido, Eloy de la Iglesia permanece en su elección dramática de remitirse a cualquier tema de actualidad, aunque para ello fuerce o disloque la peripecia central. Sus pegatinas, casi siempre verbales, se amontonan en la película, provocando el aplauso entre ciertos públicos (es un cineasta de gran osadía, quizá el único que plasma la cotidianidad, desde la izquierda) pero que en otras facilita el cansancio al ver repetido en la pantalla lo ya oído y en términos no por arriesgados menos simples.
El pico 2
Director: Eloy de la Iglesia. Guión: Gonzalo Goicoetxea. Fermín Cabal Y E. de la Iglesia. Fotografía: Xabier Aguirresarobe. Música: Luis Iriondo y Joaquín Carmona Intérpretes: José Luis Manzano, Fernando Guillén, Lali Espinet, Jaume Valls y Valentín Paredes. Drama. Española, 1984. Locales de estreno: Rex, Luchana I, La Vaguada II.
Final sin fuerza
El subrayado constante de situaciones y caracteres ha arruinado para la crítica, buena parte de los títulos anteriores del autor y ha marcado con fuerza sus siguientes obras. Hasta el punto de que encamina ya sus proyectos por el exclusivo camino de la evidencia. La segunda parte de El pico 2, por ejemplo, se dispersa tanto en busca de los rincones de efecto que el sorprendente desenlace queda atropellado, sin fuerza, a pesar de que en la traición final del joven delincuente podía encontrarse el fundamento principal del filme.Eloy de la Iglesia, que filma con precisión de encuadre y conoce las triquiñuelas de una narración ortodoxa, suele precipitar sus guiones y desconfiar luego de la capacidad de sugerencias de la imagen. El pico 2 revolotea por temas de importancia: el tráfico de heroína, el síndrome de abstinencia, la situación de las cárceles, el venalismo de los funcionarios de justicia, la perennidad de la Guardia Civil y hasta el origen de los incontrolados GAL. Pero todo ello con precipitación, como urgiendo una referencia que no nace de reflexiones complejas.
Así es el cine del autor, y en tal dimensión habrá que aceptarlo. No en vano estimula reacciones ciudadanas, aunque no lo haga generalmente, con el rigor que ya le es exigible. El pico 2 cuenta con un buen reparto de actores -entre los que destacan Jaume Valls y Valentín Paredes-, con un buen equipo técnico, pero adolece de un compromiso no tan atento a la circunstancias inmediatas del éxito.
Babelia
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