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Vuelco diplomático en el conflicto del Sáhara

Hassan II suspende un viaje a Francia, aunque Marruecos aparenta tranquilidad ante el ingreso saharaui en la OUA

Los marroquíes comienzan a evaluar la nueva situación política del conflicto del Sáhara con una tranquilidad aparente, que no se corresponde con la preocupación de la clase política acerca de lo ocurrido el lunes en Addis Abeba. En el fondo, confiaban en que esta situación no se produciría nunca. De hecho, el ingreso de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) en la Organización para la Unidad Africana (OUA) es lo más importante que ha ocurrido en relación con el Sáhara en los nueve años de historia que tiene este conflicto. Como primera reacción, el rey ha suspendido un viaje a Francia.

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La primera consecuencia importante de la retirada de Marruecos de la OUA, tras la admisión oficial de la RASD, ha sido la cancelación del viaje privado de 10 días que debía efectuar a Francia el rey Hassan II. La actitud oficial del Gobierno y de los partidos políticos se resume, sin embargo, con una frase comentada en muchos círculos: "¿qué puede cambiar para Marruecos y, sobre todo, para el Sáhara la decisión de la OUA, teniendo en cuenta que Rabat sigue teniendo el control militar del territorio?".Sin embargo, a ningún partido político consultado por EL PAÍS se le escapa que esa admisión de la RASD bloquea el camino hacia el referéndum de autodeterminación, y no parece dejar más alternativa que la escalada militar.

Los marroquíes confiaron siempre en que Argelia recomendaría una vez más a la RASD -que en realidad era miembro de la OUA desde que, en julio de 1981, el secretario general de la organización escribiera una carta de admisión a los dirigentes de la RASD- que se abstuviese voluntariamente de participar en esta vigésima cumbre.

Hoy, la presencia de la RASD entre los otros 50 Estados africanos aparece claramente como la réplica de Argelia al tratado de unión libio-marroquí, percibido por aquel país como una amenaza directa. Con ello, se desvanecen también las esperanzas de que el presidente argelino, Chadli Benyedid, pudiera disociarse de la herencia sahariana recibida de Huari Bumedian.

Al margen de los inconvenientes externos -relativo aislamiento africano y magrebí de Marruecos, posible reconocimiento de la RASD por los no alineados, aumento de la tensión con Argelia y riesgo de escalada militar-, parece seguro que el rey Hassan II podrá una vez más sacar partido interno de esta nueva situación. Así, podrá exigir, esgrimiendo la cuestión del Sáhara, la unidad nacional que la oposición le ha negado hasta ahora por razones exclusivas de discrepancia en cuanto a la política económica y social.

Dos meses después de las elecciones generales de septiembre, el rey Hassan II no sólo no ha nombrado aún al Gobierno, sino que los resultados de las elecciones no parece que vayan a influir de algún modo en ese eventual nuevo Gabinete. El presupuesto del Estado será presentado en los próximos días, elaborado por el Gobierno teóricamente saliente; el presidente del nuevo Parlamento no ha salido de las filas del partido vencedor y, justamente ahora que la Unión Constitucional ganó las elecciones, se afirma que Maati Buabid, su presidente, ha caído en desgracia ante el Rey y es muy probable que no reciba ningún cargo oficial.

Toda la estrategia de política interior del monarca estaba basada en que los socialistas entrasen en el Gobierno a modo de garantía, ante la gravísima y desestabilizadora situación económica en que se encuentra el país. A un nivel de vida ya insoportable para una mayoría de marroquíes, a los constantes aumentos de precios y congelaciones de salarios, se une el hecho de que 1985 y 1986 son los años en que Marruecos deberá hacer el máximo esfuerzo económico para pagar los intereses y la parte principal de su deuda externa.

La amenaza exterior que representa la decisión de la OUA, puede permitir ahora al rey exigir la entrada de los socialistas en el Gobierno, entrada que desea una parte de la dirección del partido, aunque la mayoría de la base la rechace.

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