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El emplazamiento de una máquina de radiación sincrotrón provoca tensión entre los países del Mercado Común

Italia y Dinamarca se han opuesto firmemente, durante la reunión de ministros de Investigación de la Comunidad Económica Europea (CEE) celebrada esta semana en Bruselas, a la construcción en la ciudad francesa de Grenoble de un laboratorio europeo de física de altas energías que contará con un sincrotrón. Ambos países desean que el citado laboratorio tenga su sede dentro de sus fronteras y han deplorado la falta de consulta entre los 10 países de la CEE sobre el emplazamiento del futuro sincrotrón.La República Federal de Alemania (RFA) y Francia, que financiarán el 60% del coste de construcción del laboratorio, estimado en 1.200 millones de francos franceses (casi 22.000 millones de pesetas), alcanzaron recientemente con Gran Bretaña un acuerdo de principio para su emplazamiento en Grenoble.

El gobierno italiano, por su parte, se ha declarado dispuesto a cubrir el 50% del coste de construcción si el laboratorio se construye en Trieste, mientras que Dinamarca ha propuesto la ciudad de Riso. El ministro francés de Investigación y Tecnología, Hubert Curien, ha precisado que la decisión definitiva no se ha tomado todavía y que no es competencia de la CEE sino de los países que participan en el proyecto.

Próxima decisión

La financiación y emplazamiento de este laboratorio, destinado a estudiar la composición de la materia, serán decididos en una reunión que tendrá lugar el próximo 5 de diciembre. El sincrotrón estará formado por un anillo de 770 metros de circunferencia que permitirá acelerar las partículas hasta alcanzar una energías de varios millares de electronvoltios.

Se trata de uno de las grandes instalaciones científicas que se tratan de construir basándose en la cooperación internacional, para abaratar los costes de construcción y funcionamiento.

Un sincrotrón está constituido esencialmente por un acelerador de electrones, partículas que son arrancadas de sus órbitas alrededor del núcleo de los átomos, y aceleradas a muy altas energías. Se inyectan entonces en estos anillos, llamados de almacenamiento, vastos pasillos circulares subterráneos de gran longitud.

En ellos, viajando a velocidades próximas a las de la luz, los electrones emiten una radiación electromagnética conocida como sincrotrón, en longitudes de onda infinitamente cortas, del orden de 1.000 a 0,1 angström (un angström equivale a una diezmillonésima de milímetro), es decir en la zona del espectro electromagnético correspondiente a los rayos X y los ultravioleta.

Lo más chocante es que durante mucho tiempo, esta radiación ha sido considerada molesta, de carácter parásito, por los físicos, puesto que limitaba la potencia de los aceleradores, y hasta hace poco no se dieron cuenta de la maravillosa herramienta que representa para la espectroscopía.

Resulta muy eficaz para la investigación en el campo de los materiales complejos, en particular en la fíisica del estado sólido, en química y en biología, así como en los objetivos médicos e industriales (catalizadores, circuitos de microelectrónica, etcétera).

Entre las mayores

Las máquinas de radiación sincrotrón se multiplican desde hace algunos años en todo el mundo, precisamente por su interés. Existen ya algunos ejemplares en Europa de tamaño relativamente pequeño. La prevista ahora se situaría entre las más grandes y atraería anualmente a miles de investigadores, lo que explica el impacto de esta máquina desde el punto de vista científico y económica en la región en que se encuentre situada.

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