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La batalla de las reclamaciones por errores médicos

Las vacaciones que Miriam del Carmen nunca pudo imaginar

Sentía un pequeño dolor ahí abajo, por un costado del vientre. No era nada importante. El helado demasiado frío o la resaca de un cólico. Quién sabe la causa. Para eliminar cualquier riesgo, mejor era ir al médico, no fuera que en las vacaciones surgiera una complicación. El 13 de julio de 1981, Miriam del Carmen Cantalapiedra, hermosa criatura adulta de 13 años, es conducida por sus padres al Sanatorio Quirúrgico de Nuestra Señora del Valle, de Madrid. El médico de guardia que la atiende sospecha que el origen del dolor está en una apendicitis. Mientras el mal no se agudice, no hace falta un fármaco específico; basta un calmante para reducir la sensación penosa.Miríam vuelve el día 14 al sanatorio. Los análisis y las pruebas confirman efectivamente la primera impresión. Al día siguiente es operada por un cirujano del centro, quien al término de la intervención confiesa que "todo ha salido bien". Ese bien se traduce en un marcado decaimiento con manifestaciones de delírio y obnubilación el día 17. En la madrugada del 18, el, drenaje que se le aplica a Miríam vomita una sustancia negruzca sospechosa.

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Ante las insistentes reclamaciones de la madre de Miriam, es trasladada a la unidad de vigilancia intensiva, donde un facultativo ratifica la gravedad de la enferma. "¡Pero, hombre!", le dice a su compañero, "¿cómo no me has subido a esta niña antes? ¿No ves que está en coma?". Cambian impresiones y deciden operar de nuevo. En dos horas y media de intervención se comprueba que al efectuar la primera operación, y para extirpar el apéndice, el cirujano había tirado del mismo, produciendo un rasgado en el páncreas. Esta anomalía había originado una hemorragia intema -causa del drenaje negruzco- y un principio de necrosis en el páncreas.

El domingo día 19 Miriam no sale del estado comatoso. "De padre a padre", el de Miriam le advierte al cirujano sobre la conveniencia de trasladar a la niña a La Paz. Se le ha producido un edema cerebral y en el Valle no disponen de escáner, un Instrumento necesario para tratarlo.

Al efectuar allí una tercera intervención, el doctor Alfonso Prieto exclama en presencia de dos testigos: "¡Vaya camicería!". El colon se había quedado sin riego en la segunda operación. Pero antes de que Miriam se muriera de choque séptico, coma cerebral, rotura de rodilla duodenal, necrosis de colon ascendente y rotura de la arteria pancreática duodenal, le habían hecho en La Paz una cuarta operación.

La carrera hacia la muerte de Marlan está descrita en una querella por negligencia, desestimada por el juzgado 11 de los de Madrid. A Miríam no le va a devolver nadie la vida. Pero sus padres no desisten de que se revise la causa que les ha privado de tenerla a su lado. Han apelado ante la Audiencia Nacional. Si ganan, donarán la indemnización a un colegio de Talavera.

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