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Amplio debate en Italia tras la decisión del Gobierno de reabrir las televisiones privadas, cerradas por los jueces

Juan Arias

Un amplio debate se está produciendo, en Italia durante estos días tras la decisión del Gobierno de reabrir los cinco canales privados de televisión que habían sido cerrados por orden judicial. El tribunal que adoptó la decisión consideró que la transmisión simultánea de un mismo programa por distintas emisoras regionales vulneraba la ley que reserva la cobertura nacional a la RAI, la televisión estatal.

Las fuerzas de izquierda y oposición combaten el reciente decreto ley aprobado por el Gobierno para reabrir los canales de televisión privados de Silvio Berlusconi. Ayer, por ejemplo, se desarrolló en el Instituto Gramsci de Bolonia una conferencia en la que se abogó por una reglamentación "a la inglesa", que conjugaría las, exigencias de un servicio público con las de un servicio privado.La idea fue presentada por Piero Ottono, director general de relaciones públicas de la cadena privada Mondadori, cuyos intereses se extienden al mundo editorial, y estuvieron presentes varios periodistas de los servicios informativos de la RAI-TV. Participó también en el debate la presidenta de la Federación Nacional de la Prensa (el sindicato de periodistas), Miriam. Mafai.

La idea del modelo británico cautivó a todos en el Instituto Gramsci y no se excluye que pueda acabar siendo aceptada por las fuerzas políticas, ya que el nuevo vicesecretario del partido socialista, Claudio Martelli, había abogado también por esta solución.

La posición más crítica contra el decreto ley del Gobierno fue la presidenta de los, periodistas, quien afirmó: "Un mercado sin leyes es un mercado de far west en el que está llamado a vencer el pistolero más fuerte. Hoy, necesitamos ciertamente un sheriff, pero éste no puede ser Craxi, debe ser el Parlamento". Al revés, Ottone, ex director de Corriere della Sera, defendió la decisión de Craxi ya que, dijo, no era posible hacer saltar un grupo empresarial ya constituido con un balance de 80.000 millones de pesetas y miles de trabajadores".

Pero el decreto del Gobierno, si fuera presentado al Parlamento con voto secreto podría ser rechazado creándose una situación peor que la anterior. Por eso ahora todas las fuerzas políticas están apretando el acelerador para que se llegue cuanto antes a una verdadera ley definitiva.

Concentración televisiva

El fulminante decreto del Gobierno italiano ha provocado la protesta de la izquierda, concretamente del Partido Comunista, que quiere que el Parlamento tome cartas en el asunto. La oposición acusa al Gobierno de que, mientras hace años que ni él ni el Parlamento consiguen reglamentar tanto la RAI-TV como las emisoras privadas, de repente, en 24 horas, presente un decreto ley para aplazar el tema otra vez, legalizando así la situación irregular de la mayor concentración televisiva privada, como es la de Silvio Berlusconi. Irregular porque la sentencia del Tribunal Constitucional permite desde hace cuatro años las televisiones privadas, pero sólo a nivel local, hasta que se redactara una ley para la regulación del espectro radioeléctrico. Por eso los magistrados, viendo que las fuerzas políticas no se decidían a legislar sobre la materia, cerraron aquellos canales que con una serie de trucos estaban transmitiendo a nivel nacional.Los comunistas y las otras fuerzas de oposición piensan que el decreto del Gobierno de Bettino Craxi es un ataque a los magistrados y que el decreto es anticonstitucional, y han pedido que antes de que se discuta en el Parlamento se ponga a votación secreta "la legitimidad de la urgencia de tal decreto". Si el voto fuera contrario al Gobierno los jueces podrían volver a cerrar las emisoras privadas.

Periodistas de la RAI

A esto se ha unido una protesta formal de la comisión de periodistas de la RAI-TV, los cuales, tras haber afirmado que están de acuerdo con el régimen de libertad de televisión para que pueda existir en Italia un sistema mixto público y privado, denuncian la actuación de un Gobierno que con la rapidez de un relámpago le ha resuelto el problema a Berlusconi, mientras la gran máquina de la RAI-TV, con sus casi 30.000 empleados, entre fijos y colaboradores, va a la deriva sin que se consiga, desde hace casi un año, nombrar un nuevo Consejo de Administración.Todo hace prever, por tanto, que ésta puede ser la ocasión justa para que por fin en Italia se ponga orden en uno de los desórdenes más vistosos, como es el de la anarquía televisiva.

El problema, en opinión de la mayoría de los comentaristas, no es permitir la televisión privada, sino al revés: dejar vivir también a una institución como la RAI-TV, ya que todas las fuerzas políticas, si se exceptúa la oposición de izquierdas, se inclinan por la existencia de cadenas privadas, que además dan más espacio a los partidos durante las campañas electorales. Ahora la RAI, para hacer frente a la competencia, se ha soltado el pelo en algunos programas, permitiendo desnudos y variedades hasta ahora impensables. Y también por ello empieza a recibir críticas. El público había abandonado la RAI, más cultural, para irse a las telenovelas y a las películas y variedades de las emisoras de Berlusconi.

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