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EL DEBATE SOBRE 'EL ESTADO DE LA NACIÓN'

Felipe González sorprendió a la oposición con la propuesta de consenso sobre la OTAN, pero Fraga eludió una respuesta concreta

El presidente del Gobierno, Felipe González, sorprendió ayer a los grupos parlamentarios de la oposición al invitarles a conseguir un consenso sobre defensa nacional, que incluya la permanencia en la OTAN y la disminución de la presencia militar estadounidense en España. La propuesta fue acogida, globalmente, de forma positiva, pero el jefe de la oposición conservadora, Manuel Fraga, eludió dar una respuesta concreta y se limitó a señalar que, si bien no rechaza su participación en los estudios o trabajos correspondientes, el consenso no debe limitarse sólo a esa cuestión, sino también a otros problemas importantes, como el de la Educación. Dentro de este contexto, Felipe González expuso públicamente, por primera vez, su opinión de que España debe continuar dentro de la Alianza aunque sin integrarse en su estructura militar. Anunció, en este sentido, que el referéndum sobre esa cuestión se celebrará antes de finalizar febrero de 1986.

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Nadie faltó a la cita

Fraga, por otro lado, anunció que su grupo presentará mociones de reprobación contra los ministros de Asuntos Exteriores, Justicia, Administración Territorial y Presidencia por su "incompetencia", y no descartó una posible moción de censura contra Felipe González después del debate sobre los presupuestos del Estado.El máximo interés del debate sobre el estado de la nación estuvo centrado, como se esperaba, precisamente en la posición del Gobierno sobre la OTAN. El jefe del Ejecutivo quiso precisar al máximo sus palabras sobre la cuestión y, por este motivo, la parte de su intervención dedicada a la política de defensa fue la única leída. La propuesta sobre defensa nacional la efectuó cuando ya habían transcurrido una hora y 28 minutos desde el inicio de su intervención.

González, tras recordar el proceso seguido con la Alianza Atlántica, presentó los 10 puntos para un consenso sobre defensa, y un calendario según el cual las próximas elecciones legislativas habrán de celebrarse, al menos, a partir de septiembre de 1986.

Hasta el momento clave de su discurso hizo un largo repaso por lo que ha sido la política de su Gabinete. En su análisis global, González recordó que la ley de Reforma Universitaria está en marcha y que la LODE (ley orgánica del Derecho a la Educación) no tiene otro objetivo que democratizar la enseñanza. Seguidamente, sacó a relucir las primeras cifras: los presupuestos de la Universidad han aumentado en un 50% y la subvención a la enseñanza privada ha pasado de 78.000 millones de pesetas a 107.000, o, lo que es lo mismo, ha crecido en un 36,5%.

Felipe González, por su parte, se refirió al desarrollo legislativo de las libertades, con la inclusión de la asistencia letrada al detenido, habeas corpus, objeción de conciencia, libertad provisional y ley de asilo y refugio, que componen un desarrollo comparable al de cualquier país europeo, y en algunos casos, superior. "El fenómeno terrorista comienza a ser controlado", dijo González, y para ello adujo razones no sólo de eficacia de Interior, sino también de colaboración internacional, como es el caso de Francia, que ha comenzado a modificar sus criterios. González mantuvo la tesis ya conocida de mano dura contra quienes se inclinan por la violencia y de mano tendida para quienes tienen propósitos de reinserción.

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El presidente convino en que la crisis golpeó más a España que a otros países por la fragilidad de su industria, y añadió que se acudió tarde a sanear la situación. Del déficit del sector público dijo que proviene en parte de las empresas heredadas tras el desastre del sector privado.

El presidente afirmó que la situación económica en general ha mejorado, y reconoció que en su predicción del pasado año se equivocó al considerar que ya se había tocado fondo. Defendió la reconversión y reindustrialización, que no se puede llevar a cabo sin una operación de cirujía.

Pérdida de credibilidad

El presidente cree que se están poniendo las condiciones para crear empleo y dejó una puerta abierta a CC OO para que se incorpore a algunos instrumentos del Acuerdo Económico y Social.Manuel Fraga hizo también su clásico recorrido por las situaciones desesperadas: el paro, la inseguridad ciudadana, las reformas del Código Penal que posteriormente hubo que contrarreformar, el crecimiento del paro, los gritos de los trabajadores de los astilleros que no se oyen en la Moncloa, los lamentos de los pescadores detenidos, los barcos ametrallados y la Incapacidad real del Gobierno para llevar a cabo sus buenas intenciones.

Fraga ve en todo el oscuro panorama una pérdida de credibilidad del Gobierno y un deseo de controlar cajas rurales, cámaras agrarias, cajas de ahorros, bancos, eléctricas, cooperativas, tribunales, grandes cuerpos de la Administración y medios de comunicación. Los 800.000 puestos de trabajo es otra de las promesas incumplidas, el poder adquisitivo real ha bajado y ello ha producido la caída del consumo, explicó Fraga. La cesta de la compra la documentó con la revista Ciudadano y, ante las cifras presidenciales procedentes de los boletines de la OCDE, el jefe de la oposición conservadora adujo la fuerte baja de la peseta, la reducción de la inflación por debajo del conjunto europeo, el endeudamiento y el agravamiento de la presión fiscal.

Tras sus discursos iniciales, ambos se enzarzaron en una discusión cruda y agria -de "barriobajera" la calificó Miquel Roca, de Minoría Catalana- sobre los viajes que hicieron en sus vacaciones. Fraga le espetó al presidente que "el veranear lejos del pueblo de uno propende a crear un mundo irreal", y recordó a González sus vacaciones en el Caribe. El presidente dijo su vez que el dirigente de AP había estado en Suráfrica un país con régimen racista.

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