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Mario Maya reconoce la primacía paya en el cante y el baile

El artista concluye en Madrid las representaciones de 'Ay jondo'

El artista Mario Maya, gitano del Sacromonte, ha actuado los últimos días en Madrid con su espectáculo flamenco Ay Jondo. A sus 40 años, se confiesa bailaor desde que nació. Para que el arte del que él es una de las primeras figuras consiga una fuerza mayor, considera que es necesaria la disciplina de la que carecen muchos de sus compañeros. Esta falta de disciplina es la responsable de que los artistas de origen payo disfruten de mayor fama y reconocimiento que los gitanos.Mario Maya tiene 40 años -"Eso de la edad es un hándicap que no nos favorece en nada, porque te juzgan a través de los años, y yo la verdad es que me encuentro en mi mejor momento, muy, muy joven"-. Se confiesa bailaor desde que nació.

Cuando tenía cinco años le compró a un trapero un par de botas viejas por dos pesetas: "Tenían dos agujeros de ésos así en la planta, y yo les ponía dos cartones; me ponía a ensayar, se les rompían los dos cartones, y les ponía otros dos cartones".

Buscar la peseta

Gitano del Sacromonte, en Granada. "Iba a la escuela del padre Manjón, del Ave María, frente donde yo vivía, una escuela que se hizo para gitanos, y alternaba aprender a leer y escribir con mi baile. Luego, ya con ocho añillos o así, iba a las cuevas del Sacromonte, a la zambra de La Golondrina, la de Lola Medina, la de la Canastera, toda esta gente, a ganarme las pesetas ahí bailando p'a los turistas".Mario Maya es un producto más de ese ambiente en que creció, donde la necesidad obligaba a buscar la peseta, y para ellos lo más fácil era cantar y bailar. En su familia no hubo grandes artistas, pero lo jondo impregnaba todo.

"Había un abuelo", recuerda el bailaor, "que destacaba en la guitarra, pero no creo que fueran gente muy relevante en la cultura del arte flamenco. Mis tías bailaban en la zambra, mi madre se cantiñeaba un poco, mi padre cantiñeaba mejor, una vocecilla muy pequeña, pero con mucho gusto, eso sí; un tío mío, que ése sí ha sido el más interesante de todos, Juanillo el Gitano, que no ha dejado ninguna grabación, un cantaor muy tímido... Para mí, sinceramente, uno de los cantaores que más huella me han dejado, cantando por soleá y por siguiriya, ha sido Juanillo el Gitano...".

De allí, de ese magma artístico del Sacromonte, un tanto mixtificado por la presión del turismo, iba a salir este artista verdaderamente fuera de lo común que se llama Mario Maya. Pero jamás ha renegado de sus raíces, "porque tener los cimientos muy bien puestos es muy interesante para un artista, y más en nuestro estilo, en el flamenco".

A los 13 o 14 años se vino a Madrid, a aquel histórico tablao Zambra. Ahí había que pegar la oreja hasta saber estar, una base muy importante como estilo y como persona.

Después, el ballet español de Pilar López, donde comprendió que el baile era un oficio, una carrera a la que había que entregarse sin regatear esfuerzos y sacrificios, una causa a la que había que servir. Y por fin, la residencia de año o año y medio en Nueva York, que supuso en cierto modo su transformación intelectual, y de donde volvió a su centro, a su raíz, a Granada, con la cabeza "llena de cosas", y se encontró a "esa gente maravillosa" que son los poetas granadinos....

Evitar la rutina

A partir de ahí supo lo que quería hacer, cómo se podía desarrollar un drama de flamenco, contar algo, transformarlo, poder hacer una historia dramática o no dramática, pero una historia a través de la danza y el cante, dando coherencia a las cosas, que los cantaores y los guitarristas participen también en el movimiento...Mario Maya es un hombre de ideas claras, y en su arte esto se nota. Por ejemplo, una cosa que siempre le preocupa es no caer en la rutina: "Te vuelves rutinario y tú mismo te aburres y no crees que llegas al público. Tú tienes que gustarte a ti mismo, ver que lo haces muy bien y emocionarte para transmitirlo. Porque el flamenco es una belleza, una música llena de belleza y de emoción, muy visceral; si nosotros no nos lo creemos, no se lo cree nadie, y cuando el flamenco es malo, es malísimo, más malo que todo

Otro problema que para Mario es casi una obsesión -"que me tiene rebelao", dice- es la apatía, o falta de disciplina, o de voluntad de trabajo, que hace a los flamencos quedarse donde están, no llegar a una mayor preparación técnica, lo que en definitiva se traducía en una mayor perfección artística: "Ha habido bailaores muy buenos que a los 25 o 30 años ya estaban acabados porque no han adquirido una preparación anterior. Yo, desde hace mucho tiempo, traté de combatir esto. Porque he visto que, a través de la historia, los más famosos en este país, tanto en la guitarra como en el baile, ya no en el cante, por supuesto, siempre han sido payos que han gitaneado de alguna forma, algunos, no todos; pero es porque han aprendido un poco lo de los gitanos, pero adaptándolo inteligentemente a su técnica".

Sobre la evolución en el arte flamenco, dice Maya que en toda evolución hay siempre un riesgo, y que quien quiera evolucionar lo primero que tiene que saber muy bien es su oficio. "Llega un momento en que el artista va evolucionando normal y naturalmente. La sociedad cambia, y ella misma requiere a esos mismos artistas con esa misma pureza que evolucionen para contar otras cosas de alguna forma, con el cuerpo, con el cante o con el toque. Lo tenemos hoy en Camarón, en Paco de Lucía, en Morente. Son artistas como la copade un pino porque saben su base perfectamente".

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