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Cunde la satisfacción a ambos lados de los Andes por el acuerdo sobre el Beagle

., ¡Qué grandes somos!" (por Argentina y Chile) es uno de los titulares de la prensa matutina de ayer en Santiago. Y en la tarde del jueves, centenares de jóvenes y algunos diputados radicales se concentraron en el obelisco de Buenos Aires para saludar callejeramente el inminente acuerdo con Chile: "Por qué será que los milicos quieren guerra/ por qué será que no quieren la paz,/ será porque son amigos de Videla de Masera, de Menéndez y de Camps".

En ambas vertientes de la cordillera andina la satisfacción ante el acuerdo es mayoritaria; tan sólo en Argentina se han producido pronunciamientos en contra del tratado de límites, que han corrido a cargo de militares retirados adscritos a la ultraderecha que añoran la guerra frustrada (la Operación Soberanía) en la noche del 22 de diciembre de 1978.

Pese a las reticencias de algunos de sus dirigentes, el peronismo, tras ser informado del acuerdo por el canciller Dante Caputo, ha dejado a sus militantes en libertad de acción ante el plebiscito del 25 de noviembre. El plebiscito sólo tendrá carácter consultivo, no vinculante, y nadie duda aquí de que será un mero trámite -acaso innecesario- que se superará con toda facilidad.

Del lado chileno, y por razones obvias, la unanimidad por el acuerdo con Argentina es absoluta, y hasta debe refrenarse el entusiasmo para evitar la sensación de un triunfo diplomático sobre el país vecino. Son los argentinos quienes ahora caen en la cuenta de que la Patagonia llegó a ser considerada por cartógrafos e historiadores como otro país, diferenciado de Argentina y Chile, y que en este vasto territorio del fin del mundo viven y trabajan ahora mismo más ciudadanos chilenos que argentinos. Para satisfacer a la opinión pública y contrapesar la creciente influencia chilena en la zona, el presidente Alfonsín ya ha anunciado la próxima conversión en provincia del departamento administrativo de Tierra de Fuego.

Confuso incidente artillero

En este contexto, el confuso incidente artillero del jueves en el canal del Beagle no tiene otra importancia que la de poner de relieve la frustración de la Armada argentina. Exactamente 360 minutos después de la firma del preacuerdo vaticano, el comandante de la base naval chilena de Huerto Williams denunció al comando naval austral argentino haber observado seis piques de artillería en aguas próximas al faro chileno de Punta Gusano, en el canal en litigio.Las dos cancillerías se pusieron en contacto para investigar el incidente sin que mediara formalmente protesta diplomática chilena. El Gobierno argentino ha desmentido el cañoneo, pero el Ministerio de Defensa ordenó al Estado Mayor de la Armada que un oficial superior volara inmediatamente al canal para recontar el parque de la artillería costera. En los casinos de oficiales porteños se comentaba ayer que "sería que alguien ordenó una salva para celebrar el acuerdo con Chile". Con menos ironía y mayor sensatez, el embajador argentino en Santiago afirmaba su certeza de que las próximas semanas depararían vanos y estúpidos incidentes del mismo tenor.

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