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Entrevista:

Penderecki: "Desde 1960 la música dejó' de ser nacional"

El músico polaco preside en Madrid el jurado del Premio Reina Sofia de Composición

Nacido en Debica (Polonia) el 23 de noviembre de 1933, Krzystof Penderecki ha llegado a encarnar, en su más alto grado, las mejores cualidades de la moderna escuela de compositores polacos, creadores de una música de amplia audiencia, con raíces innegables en la tradición sinfónica centroeuropea, pero avanzada en la consecución de nuevas sonoridades y efectos, tanto en lo vocal como en lo instrumental. Ayer, en Madrid, donde ha presidido el jurado del Premio Reina Sofía de Composición, el gran artista definió su filosofía musical: "Trato de seguir la tradición, no de destruirla". Y con respecto a su concepto global de la música afirmó: "Yo creo que desde 1960 la música ha dejado de ser nacional".Penderecki es un compositor que maneja con destreza un material antiguo y moderno, que se vale de la tragedia griega o de las palabras de los cosmonautas, y su arte, a veces comprometido con los temas más hirientes de su tiempo, tiene la vehemencia y la fuerza expresiva de los grandes creadores de todas las épocas.

Pregunta. ¿Cómo ha visto las partituras que se han presentado al Premio Reina Sofía?

Respuesta. Siempre hay diferentes niveles. Hay muchas partituras que no son nada, una página apenas con muy escaso valor estético. En este caso, creo que hay seis partituras a considerar, con un gran nivel. Trataremos de dar el premio a quien lo merezca.

P. ¿Ve usted características españolas en esas obras?

R. Yo creo que desde 1960 la música ha dejado de ser nacional. Es difícil saber por una partitura la nacionalidad del autor. Estas piezas que he examinado pueden estar escritas por personas de cualquier nacionalidad. Es diferente, en todo caso, el estilo de los japoneses y, con frecuencia, el de los compositores americanos. No creo que ahora haya un estilo español. No es esto bueno ni malo, es signum temporis y ocurre en todos los países.

P. ¿Dónde está, a su juicio, la aportación más personal de su producción musical?

R. Desde que empecé, hay dos direcciones en mi obra. Una es el estilo del gran oratorio. Ahora he terminado un Réquiem que es mi última obra grande en este campo, tan interesante para mí. Después, también estoy muy vertido hacia la experimentación dentro de la música instrumental. Esas dos direcciones están presentes ya en el estilo de mi lenguaje musical en los primeros años de la década de los sesenta, así como una cierta influencia de la música renacentista.

'Libertad y solidaridad'

P. Se ha escrito estos días que usted se ha declarado escéptico sobre los ideales de libertad y solidaridad.

R. No recuerdo haber dicho eso, y además no es cierto. Precisamente acabo de escribir una pieza para Solidaridad. Soy amigo de Walesa y he dedicado a Solidaridad el_Lacrymosa de mi Réquiem, estrenado en Stuttgart bajo la dirección, de mi amigo Mtislav Rostropovich justamente por encargo de Solidaridad. Mi Réquiem tiene cuatro solistas, como el de Verdi, que es el que más me gusta, junto al de Mozart, y está escrito siguiendo el texto litúrgico de la misa de difuntos. No, nunca renunciaré a esos ideales.

P. ¿Conoce la música española contemporánea?

R. Sí, conozco a Cristóbal Halffter, a Luis de Pablo, a Bernaola, a Tomás Marco, a Xavier Benguerel. Sin embargo, no he podido conocer a la generación más joven. En Polonia hay una generación joven que se va incorporando, y gracias a ellos sigue existiendo una escuela polaca.

P. ¿Es cierto que ha recibido un encargo del Patrimonio Nacional español para escribir una obra homenaje a los Reyes con destino a la colección de estradivarios del palacio Real de Madrid?

R. Sí. He recibido una carta donde me piden una pieza, y he aceptado el encargo para escribir para los cinco instrumentos, porque creo hay dos violonchelos, además de los dos violines y la viola.

P. En sus últimas obras se dice que hay un deseo de explorar nuevas posibilidades tímbricas...

R. En absoluto. Eso eran cosas de los últimos años de los cincuenta o comienzos de los sesenta. Era la época de la exploración y la experimentación, de arrollar -el pasado. Yo no quería componer, sino destruirlo todo, oponerme a todo. Ahora he cambiado, porque ya no sigo mis teorías de aquellos años. Trato- de continuar la tradición, no de destruirla.

P. ¿A qué se debe el renacer de la ópera en todo el mundo?

R. Yo me acuerdo de que estaba escribiendo una ópera hacia el año 1967. Entonces compositores como Boulez decían que era absurdo e imposible escribir en esos tiempos una ópera, y que había que hacer desaparecer todos los teatros de ópera del mundo. Ahora me fascina todavía más la ópera y los teatros de ópera, y muy pronto voy a escribir una para Salzburgo.

P. ¿Ha recibido algún tipo de reconvención por haber escrito una obra por encargo de Lech Walesa y dedicada a Solidaridad?

R. No; en cuestiones musicales no hay presiones. Lo que se dice en Occidente es exagerado y no creo que sea, como se piensa, porque yo sea una persona conocida fuera de mi país. Otros colegas y compatriotas míos están viajando por el mundo sin problemas. Puede haberlos con los literatos o los directores de cine, pero con la música no. La música es un arte abstracto y no se considera peligroso. En la época dura, hace 20 años, la música religiosa estaba prohibida. Yo me atreví a escribir música religiosa, y después del gran éxito de la Pasión según San Lucas ya fue posible hacerlo.

P. ¿Es sincero su sentimiento religioso?

R. Sí. Yo vivía en una ciudad pequeña y en una familia donde la religión tenía un papel primordial. Era una ciudad de 3.000 habitantes, igual que muchas pequeñas ciudades de provincia españolas, donde la única música era la religiosa dentro de la iglesia. En Polonia no hay, como en España, ese diferente sentir religioso del pueblo y de los intelectuales. En Polonia, el catolicismo es un partido político. En Italia puede ser una moda comunista el no ser religioso, pero en Polonia no ocurre eso.

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