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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La servidumbre de lo visual

Cadenas, escaleras y escalas, actores reptando, actores trepando... Y un artilugio que gira y se transforma en el centro del escenario. Estamos otra vez ante el teatro de las artes decorativas, aunque en este caso no rehúya la literatura, y los actores pronuncien sus palabras con claridad y con arte declamatoria.El problema, visible en este Josef K. fu Prometeo, es de la doblegación del texto a lo visual, con peligro evidente de la congruencia. Por ejemplo, en esta especie de hibridación literaria en la que se mezcla a Kafka con Esquilo y a Josef K. con Prometeo, hay un momento en el que todos van a parar a un teatro de variedades, sólo para producir un largo número musical espectacular.

Josef K

fu Prometeo, dramaturgia y dirección de Guido de Monticelli, sobre textos de Kafka y Esquilo.Intérpretes: Grupo della Rocca (Turín). Escenografía de Paolo Bregni, vestuario de Zaira de Vicentis, música de Mario Borciani, iluminación de Guido Mariani. Estreno: teatro Español (Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid), 16 de octubre de 1984.

Ese cuadro muestra en sí mismo otra de las debilidades de este tipo de teatro: su imposibilidad para alcanzar el gran espectáculo con el que sueña. Es una reminiscencia demasiado visible de Fellini (Ocho y medio), pero con una notable inferioridad de medios. La lección continua (que nunca se acaba de aprender) es la de que el teatro no tiene por qué competir con otros medios en los que la técnica y la inversión económica son siepre infinitamente superiores. Su defensa está en su propio terreno, que es la palabra y la interpretación. Si lo pierde, se pierde.

La palabra y otros textos

La palabra, en este caso, está tomada de otros textos por el director-dramaturgista Guido de Monticelli; no la sirve, sino que se sirve de ella. Hay retazos de varias obras de Kafka, mezclados sin demasiada habilidad, y hay trozos de Esquilo porque, como queda dicho, se trata de identificar los dos héroes, mezclados con texto propio para buscar la filosofía y metafísica propios de este género de teatro que trata de rebozar su vocación de decorativo con apelaciones grandiosas. No está exenta de pedantería y de incongruencia.Los actores son claros, dentro de un estilo declamatorio antiguo, de una escuela italiana acreditada: hay fragmentos muy expresivos de Mario Mariani (K., y también Prometeo) y de Bob Marchese (el centauro Quirón), pequeñas aparíciones irónicas de otros actores. Las excursiones a temas diversos, la atención al escenario móvil, la mezcla de situaciones, puede producir una fatiga y un desinterés por lo que sucede como acción interna.

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