_
_
_
_

División de opiniones sobre Julio Iglesias en su gira por ciudades de Alemania del Oeste

En su gira por la República Federal de Alemania, que concluirá el próximo domingo en Colonia, el cantante español Julio Iglesias provoca reacciones contradictorias de sus hinchas y divide a la crítica, que habla desde que "acaricia el alma" hasta "símbolo sexual de la menopausia". Incluso, su vida sexual apareció relatada con detalle -técnicas amatorias incluidas- en Bild der Frau, donde un mayordomo del cantante explicaba cómo las elegidas son premiadas con un reloj de esos que constituyen todo un símbolo de prestigio social.

Desde antes de iniciar la gira, ya la Prensa más o menos amarilla empezó a informar detalladamente del "culto a Iglesias". Unos hablan del "doctor Iglesias", doctor en jurisprudiencia, y otros le convierten en portero del Real Madrid, que vio truncada su carrera por un accidente que acabó con su vida deportiva y le lanzó por las vías de la canción.Ante los periodistas cn Düsseldorf, Iglesias se mostré más modesto y dijo que todo lo que se escribe sobre su vida sexual es shit (mierda, en inglés), y a continuación pidió disculpas por haber empleado una expresión así ante las mujeres de la Prensa, pero añade que las primeras páginas de la Prensa le gustan y le vienen bien, digan lo que digan. Antes de responder a las preguntas de los periodistas, hubo un tira y afloja con los fotógrafos, porque Julio sólo quería ser fotografiado del lado derecho.

El primer recital en Colonia tuvo lugar en el Palacio de Deportes, en un marco inhóspito y desangelado, lo que no fue obstáculo para que un sinfín de señoras, más bien entradas en años y en kilos, llegasen con su ramo de flores ya envuelto dispuestas a ver en persona al ídolo. En una noche de viernes, la pequeña burguesía emperifollada, llenó poco a poco casi todos los asientos del Palacio de Deportes. Mucho emigrante 'español entre el público. Cuando Iglesias empieza a hablar en inglés, se oye un "en español" que obliga al cantante a replicar que "soy tan español como el que más, pero estamos en Alemania y me debo a los alemanes".

Julio apenas se mueve, economiza fuerzas en el recital, y durante poco más de hora y. media, sin pausa intermedia, cumple con el compromiso como un ritual: Begin the begine, Noche de ronda, La paloma, Canto a Galicia, y mientras que la Luna se quiebra sobre la tiniebla de su soledad, en la pantalla del escenario aparece una Luna llena, al mismo tiempo que un señor cincuentón y calvo, con aire de empleado de caja de ahorros alemana, trajeado y con corbata, toma la mano de su esposa y pone ojos tiernos en la penumbra de la enorme sala. Julio habla al público de su crazy life, but a beautiful life ("vida loca, pero hermosa), y explica que ayer estuvo en Estocolmo y hoy en Alemania.

Cuando el público español se impacienta, el cantante les aplaca: "Vamos a ponernos en calma para demostrar que podemos tener calma y tener una democracia por muchos años. Mirad cómo los alemanes no dicen nada, aunque no entienden nada". Los gestos del cantante al interpretar son de un sufrimiento sin límites. Mientras, las canciones almibaradas inundan el Palacio de Deportes y se mezclan con el perfume excesivo de señoras a quienes se les fue la mano al tirar del frasco. En un momento del recital, el cantante recurre a un tab urete y explica que hace días una alemana grande, big german, en un exceso de entusiasmo, se le echó encima y le arruinó un pie. La Prensa más favorable escribirá luego que, debido a su lesión de juventud, Julio no puede moverse excesivamente en el escenario.

Antropología comparada

En un arranque de antropología comparada, Iglesias dice que en los mediterráneos las emociones son más fuertes, pero los golpes también son más fuertes. Por eso, españoles e italianos tenemos tanta emoción y perdemos tantas guerras". Luego pide silencio al público, que se inquieta en algún momento, y suelta una retahíla de palabras en alemán. Son palabras inconexas: "buenos días, buenas tardes, patatas, hasta la vista", y llega incluso a decir scheisse (mierda), lo que provoca una palabra fea de este joven bien vestido con aire de ser el mejor de todos los yernos posibles. Julio se disculpa y dice en inglés: "Oh, es una palabra muy fea".Cuando se encienden las luces, el aplauso es cortés, pero sin llegar a la ovación. Algunos muestran aspecto de desencanto. Una joven oficinista se indigna: "Nos ha tomado el pelo".

En una improvisada sala para prominentes en Colonia, Julio se mostró satisfecho y sacó a relucir una vez más, inasequible al desaliento y la fatiga, su encanto personal.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_