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El Papa analiza los problemas centroamericanos a su regreso del viaje a Santo Domingo y Puerto Rico

Juan Arias

Antes de aterrizar ayer en Roma de vuelta de su viaje relámpago a España, Santo Domingo y Puerto Rico, Juan Pablo II celebró en el avión una verdadera conferencia de prensa en la que se le abordaron los temas de Cuba, El Salvador, las negociaciones de¡ Grupo de Contadora, el diálogo entre marxismo y cristianismo, los problemas de la teología de la liberación y otros temas más. Juan Pablo II estaba en forma y no eludió ninguna pregunta.

Las primeras preguntas fueron sobre el tema de Cuba. Se había sabido que en este viaje el Papa Woytjla se había encontrado a solas con cinco obispos cubanos presentes en Santo Domingo y que, por primera vez, dos seminaristas cubanos vendrán a Roma a estudiar teología. El Papa, durante la imponente celebración eucarística de la avenida de las Américas en San Juan de Puerto Rico, en la que estuvieron presentes más de medio millón de personas, 10.000 de las cuales habían llegado ya 20 horas antes para poder adueñarse de los primeros puestos, había sorprendido, añadiendo a su discurso oficial un mensaje a Cuba.

Juan Pablo II llamó a la isla la perla del Caribe, afirmando que su cercanía le despertaba "sentimientos de profundo afecto hacia todos los cristianos de Cuba".

Sus palabras fueron acogidas con un fuerte aplauso por los puertorriqueños y el gesto del Papa fue interpretado como si algo se estuviese moviendo en la preparación de un viaje a Cuba. Sobre todo porque se había corrido la voz de que por parte de las autoridades de aquel país no había ya dificultades para dicha visita.

En las respuestas dadas en el avión, Juan Pablo II seguía repitiendo que a él le gustaría ir a todas partes y que desde que estaba en la parroquia, de niño, se había sentido más atraído por los lejanos que por los cercanos. Pero sólo cuando el corresponsal de este periódico le preguntó cuál era el verdadero obstáculo a dicho viaje, respondió literalmente y sonriendo: "Que existan las posibilidades, que exista una invitación".

¿La invitación de quién? Porque existen dos hipótesis. Por un lado, que Fidel Castro no pone dificultades y que son los obispos cubanos quienes no ven aún oportuno dicho viaje. Por otro, que los obispos sí quisieran que se efectuase la visita, pero que en realidad Castro nunca ha invitado formal y oficialmente al Papa para que pueda visitar aquel país.

De cualquier modo, lo que sí queda claro desde ayer es que Juan Pablo II, si el Gobierno cubano lo invitara, iría a Cuba sin tener en cuenta las posibles excesivas prudencias de los mismos obispos.

Afirmó también ayer el Papa que la Santa Sede apoya sinceramente el proyecto de Contadora; que está de acuerdo con la acción que está llevando a cabo la Iglesia en el Salvador; que en América Latina es necesario profundizar "una nueva teología" a la luz de los problemas nuevos de aquel continente; que las objeciones que pone el Vaticano a la llamada iglesia popular consisten en su excesiva "politización"; que la Iglesia en América Latina no hace una acción política sino moral y que la Iglesia no está cerrada al diálogo con el marxismo.

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