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Un nuevo desafío terrorista en el Reino Unido

Margaret Thatcher afirma en el congreso conservador que fracasará el intento del IRA de destruir la democracia

Soledad Gallego-Díaz

"Esta vez no hemos tenido suerte, pero recordad que nosotros sólo la necesitaremos en una ocasión y vosotros siempre". Con estas palabras, la rama provisional del Ejército Republicano Irlandés (IRA) se responsabilizó, desde Dublín, de la autoría del atentado contra la primera ministra británica y contra todo el partido conservador. "Estáis equivocados si creéis que podéis destruir la democracia con terrorismo. Siempre fracasaréis" replicó Margaret Thatcher ante los centenares de delegados que, pocas horas después del estallido de la bomba, se congregaron en el Centro de Conferencias de Brighton para celebrar la sesión de clausura del congreso conservador.

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Margaret Thatcher evitó convertir la clausura del congreso en un acto emocional. Se dirigió a los congresistas más en su condición de primera ministra que como líder del partido para, con pocas palabras y tono tranquilo, asegurar que el ataque no estaba dirigido contra un grupo político, sino contra un Gobierno democráticamente elegido. Agradeció a los servicios de emergencia la labor desarrollada, sonrió y dijo: "Ahora hay otros temas que tenemos que tratar". No volvió a referirse al atentado ni una sola vez a lo largo de todo su discurso.La bomba de Brighton puede hacer más daño al Gobierno de la República de Irlanda que al de Margaret Thatcher. El primer ministro irlandés, Garret Fitzgerald, viene desarrollando en los últimos meses una intensa actividad para convencer a Londres de que tiene que adoptar medidas políticas para acabar con el terrorismo del Ulster. Atentados de este tipo pueden alienar la simpatía de la opinión pública británica, y por eso Fitzgerald se apresuró a comparecer ante las cámaras de televisión del Reino Unido para ofrecer su mensaje de solidaridad y condo lencia.Próxima 'cumbre'"El IRA", explicó el primer ministro irlandés, "quiere destruir la democracia en las dos islas y en particular impedir que nuestros dos Gobiernos trabajen conjuntamente para lograr la paz en Irlanda del Norte. Sabemos que están preocupados por nuestros contactos, que desean destruir las posibilidades de paz y estabilidad". Los dos jefes de Gobierno tienen previsto reunirse antes de las próximas Navidades para mejorar la ya creciente cooperación policial y demostrar a la opinión pública que el diálogo siempre es posible entre los dos países, pero que ni Londres ni Dublín están dispuestos a dejarse influenciar por el terrorismo.

El nuevo ministro para Asuntos de Irlanda del Norte, Douglas Hurd, que sustituyó hace pocas semanas a James Prior, también fue muy claro en su mensaje al congreso conservador: "Continuaré la política de mi predecesor. Quiero recordar que nuestra democracia es lo suficientemente fuerte como para sufrir, sin merma, ataques como éste". Los delegados le aplaudieron fervorosamente.

El atentado llega en un momento en el que se supone que el IRA atraviesa una dificil situación. El Gobierno irlandés detuvo hace pocos días un barco lleno de armas y explosivos procedente de EE UU y detuvo a tres militantes. Dublín ejerce toda la influencia que puede entre la comunidad norteamericano-irlandesa para impedir que proporcione fondos al grupo terrorista.

"Una bomba en Londres vale por 100 en Belfast", dice un eslogan del IRA. Siempre que la organización se siente acosada o debilitada intenta golpear en Gran Bretaña. Varios delegados conservadores procedentes de Irlanda del Norte recordaron que actos violentos como el de ayer son moneda corriente en su región: desde 1969 han muerto allí más de 2.300 hombres, mujeres y niños, víctimas tanto de atentados del IRA como de los grupos terroristas protestantes.

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Hasta ahora, el IRA nunca había intentado un ataque directamente dirigido contra el Gobierno de la nación. Parece como si la rama política, el Sinn Fein, que preside Gerry Adams, estuviera perdiendo fuerza. El atentado de ayer tiene que haber sido ordenado por el Consejo Militar del IRA, posiblemente sin que los políticos pudieran opinar.

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