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El Papa combate la 'leyenda negra' sobre la evangelizacion y aboga por una reconciliación que destierre la violencia

Juan Arias

Juan Pablo II lanzó ayer desde Santo Domingo, es la fiesta de la Hispanidad, aniversario del descubrimiento de América, su manifiesto sobre América Latina. Ante el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en pleno, el Pontífice presentó los que considera como retos y tentaciones del Nuevo Continente, combatió la leyenda negra sobre la evangelización, enumeró todo lo positivo que la Iglesia católica llevó al Nuevo Mundo y abogó por una Iglesia unida, un laicado, consciente y una reconciliación que destierre guerras y violencias en todo el continente americano.

Fue un acto sencillo y solemne al mismo tiempo. En el estadio de fútbol de la capital dominicana estuvieron presentes todos los representantes del CELAM, el organismo episcopal más importante de este continente. Participaron 22 presidentes de las diversas conferencias episcopales de América Latina y, también de aquellos países del mundo especialmente relacionados con la gesta evangelizadora del Nuevo Continente, empezando, por España -con una delegación encabezada por el presidente de la Conferencia, el arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán- y también Portugal, Canadá, Estados Unidos y Filipinas.Juan Pablo 11 regaló a cada obispo una reproducción en miniatura de madera de la primera cruz implantada en Latinoaménica, precisamente aquí, en la antigua isla de La Hispaniola, ante la cual se arrodilló ayer el papa Wojtyla en la bellísima catedral de esta capital, en la que destaca la imponente tumba de Cristóbal Colón.

La ceremonia no fue una misa, sino una liturgia de la palabra, ya que el discurso del Papa, más que un sermón, fue la proclamación de un manifiesto. Un díscurso de 5.000 palabras,, del que dedicó más de la mitad a combatir la famosa leyenda negra sobre los orígenes de la evangelización y colonización de América Latina.

En el resto, Juan Pablo II presentó lo que él ha llamado "los retos" de este Nuevo Continente frente al futuro, sus "tentaciones" y sus "esperanzas". Desde la República Dominicana -maravillosa como paisaje, pero duramente probada por sus condiciones económicas, con una inflación del 300%, con una deuda exterior de 2.000 millones de dólares, con más de 100 muertos en los últimos disturbios por el aumento del precio del pan y donde la Asociación Nacional de los Sin Techo había amenazado con ocupar ayer todas las iglesias de Santo Domingo-, el papa Wojtyla, con gran énfasis, con voz fuerte y segura, bajo un sol radiante, lanzó lo que él ha llamado la "novísima civilización cristiana", para empezar una nueva era hacia "un gran futuro de esperanza".

El Papa quiso dar tanta importancia a evocar las gestas del pasado, llevadas a cabo por la Iglesia en este continente, porque sin una lúcida visión de los orígenes" será dificil "comprender los problemas del presente y proyectarse más realmente hacia el futuro".

Al abordar la leyenda negra, el Papa dijo que la Iglesia quiere acercarse al quinto centenario de la evangelización de América Latina "con la humildad de la verdad, sin triunfalismos ni falsos pudores, para dar gracias a Dios por los aciertos y para sacar del error motivos para proyectarse renovada hacia el futuro".

Dicho esto, Juan Pablo II afirmó que la Iglesia "no quiere desconocer la interdependencia que hubo entre la cruz y la espada en la fase de la primera penetración misionera", pero "tampoco quiere olvidar lo que la expansión de la cristianidad ibérica trajo a estos nuevos pueblos".

Según el Papa, la leyenda negra concentró su atención "sobre los aspectos de violencia y explotación" en la fase posterior al descubrimiento, mientras "prejuicios políticos, ideológicos e incluso religiosos han querido también presentar sólo negativamente la historia de la Iglesia en este continente".

Juan Pablo II hizo una minuciosa exposición de todo el bien que la Iglesia católica llevó a las gentes del Nuevo Mundo: desde el grito inicial "contra el pecado", hasta la "denuncia" de los abusos e injusticias de "colonizadores y encomenderos", pasando por la promoción humana de los indios, con construcción de casas y hospitales, estudio de las lenguas indígenas y creación de estudios teológico-jurídicos; y sobre todo, el gran regalo de la fe, ya que, dijo Juan Pablo II, "pobre es quien carece de recursos materiales, pero aún más quien desconoce el camino que Dios le marca, quien carece de su filiación adoptiva, quien ignora la senda moral que conduce al feliz destino eterno al que Dios llama al hombre".

Metas para un continente

Tras exponer los retos y tentaciones a los que está expuesta hoy América Latina, el Papa propuso lo que él ha llamado las "metas" para hacer de este continente "la gran patria latinoamencana, libre y próspera, fundada en un común substrato cultural y religioso".

Estas metas para crear lo que él ha apellidado "la nueva civilización del amor" son: una Iglesia unida; un aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; una catequesis sistemática que complete la evangelización; el importante papel de los jóvenes en un continente que recoge ya casi la mitad de los católicos del mundo; un laicado consciente y responsable que organice el mundo "según los criterios de Dios"; la reconciliación entre los pueblos hermanos, desterrando guerras y violencias; el respeto de la identidad de los diversos grupos étnicos; la esperanza del movimiento de los trabajadores que luchan "por condiciones de vida y de trabajo más dignas"; y, por último, la esperanza de que intelectuales y científicos se pongan al servicio de la promoción de este continente.

Los retos

El continente de la esperanza ha de superar, según Juan Pablo II, importantes retos:- La escasez de sacerdotes cualificados, "el más grave", según el Papa.

- La secularización de la sociedad, enemiga de los valores cristianos.

- Las cortapisas que en muchos lugares se interponen para la libre profesión de la fe.

- El antitestimonilo de ciertos cristianos incoherentes.

- Las divisiones eclesiásticas, que escandalizan a la comunidad cristiana.

- La respuesta al clamor contra la injusticia.

- La corrupción de la actividad pública.

- Los conflictos armados y los ingentes gastos para fabricar muertes y no progresos.

- La falta de sentido ético.

- La insolidaridad entre las naciones, que desemboca en un comportamiento incorrecto de las relaciones internacionales y de los intercambios comerciales, que, en opinión del Papa, "producen nuevos desequilibrios", y "el grave problema de la deuda exterior de América Latina, que puede crear condiciones de indefinida paralización social y condenar naciones enteras a una deuda permanente de serias repercusiones, engendradera de estables subdesarrollos".

Las tentaciones

Peligrosas tentaciones acechan al continente latinoamericano, en opinión del Pontífice:- Olvidar la innegable vocación cristiana de América Latina para buscar "modelos sociales que prescindan de ella o la contradigan".

- Debilitar la comunión en la Iglesia bien por parte de quienes la ideologizan, pretendiendo construir una "Iglesia popular", que no es la de Cristo, bien la de quienes promueven sectas religiosas.

- Sustituir las soluciones políticas "por el poder de las armas o de opresión ideológica".

- La ideología que pretende sustituir la visión cristiana por "los ídolos del poder, la violencia y la riqueza".

- La corrupción de la vida pública, la droga y la pornografía.

- Un neomaltusianismo que quiere imponer, dijo el Papa, "un nuevo colonialismo a estos pueblos ahogando su potencia de vida con prácticas anticonceptivas, esterilización, liberalización del aborto, disgregación, inestabilidad e infecundidad de la familia".

- El egoísmo de "los satisfechos, que se aferran a un presente privilegiado de minorías opulentas mientras otros soportan condiciones dramáticas de vida, de marginación y de opresión".

- La interferencia de las potencias extranjeras, que, afirmó el Pontífice, "siguen sus propios intereses económicos, de bloque o ¡delógicos y reducen a estos pueblos a un campo de maniobra al servicio de sus propias estrategias".

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