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Signos de esperanza en el volcán de centroamérica

Ardito Barletta, en lucha con la sombra de Torrijos

Antonio Caño

La oposición bautizó al nuevo presidente panameño, Nicolás Ardito Barletta, de 46 años de edad, con el apodo de candidato de Tinajitas, en alusión al cuartel en el que los oficiales de las Fuerzas de Defensa y la plana mayor del Partido Revolucionario Democrático (PRD) -fundado por Omar Torrijos- habrían decidido el nombre de la persona destinada a dirigir el país en el postorrijismo.Ardito Barletta se ha esforzado desde ese momento en desmentir la acusación y ha dado muestras de estar dispuesto a mantener un dificil equilibrio entre su fidelidad a los militares que le han designado y su vocación de construir una democracia auténtica, lo menos parecida posible al bochorno del último escrutinio electoral.

El nuevo presidente -ex vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, ex gobernador del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y del Fondo Monetario Internacional- ha insistido siempre en poner tierra de por medio con el recuerdo de Torrijos. No mencionó al general durante su campaña electoral hasta que el temor al fracaso lo hizo absolutamente necesario. Siempre que se refiere, a los acontecimientos políticos sucedidos en su país en los últimos años los juzga desde la lejanía del que no ha vivido en Panamá desde 1978, año en el que: dejó el Ministerio de Planificación por algunos desacuerdos con Torrijos.

En un desayuno de trabajo con periodistas extranjeros celebrado en plena campaña electoral el pasado mes de mayo, Ardito Barletta prometió defender la preeminencia de los civiles sobre los militares, terminando, con la de éstos en el Gobierno. En la misma mañana del 6 de mayo, mientras los panameños acudían a las urnas proclamando su intención de votar por el candidato de la oposición, Arnulfo Arias, algunos hombres del régimen dudaban del acierto de haber designado para suceder a Torrijos a un economista con prestigio internacional, convencido de lo que dice, pero inca paz de convencer a los demás.

El general Torrijos, muerto en un accidente aéreo el 31 de julio de 198 1, ha sido sustituido por su antítesis. Un hombre formado en Estados Unidos, casado y divorciado de una norteamericana, con gran bagaje cultural y modales refinados ha ocupado el lugar dejado vacante por un militar de discurso populista con vocación de caudillo, amigo de las causas progresistas del continente americano y que nunca llegó a entenderse con Estados Unidos.

Los militares miran de reojo a Nicky Barletta, igual que presionaron hasta forzar su dimisión a los civiles que en los dos últimos años pasaron transitoriamente y sin elecciones por la presidencia: Arístides Royo y Ricardo de la Espriella. El primero de ellos, hoy embajador de su país en Madrid, dejó su cargo para curarse una dolencia de garganta en España, lo que la jerga popular panameña ha llamado el gargantazo.

Nicolás Ardito Barletta tiene, paradójicamente, a su favor respecto a ellos una mala situación económica que hace que el Gobierno no sea una gran tentación para ningún uniformado. No obstante, situado frente a frente con el jefe de las Fuerzas de Defensa, general Manuel Antonio Noriega, cuesta pensar que Ardito Barletta sea capaz de contrarrestar el poder de los militares simplemente con su imagen de hombre honrado.

La etapa de Ardito Barletta debe corresponder a una política exterior que prescinda de la audacia del torrijismo y refuerce las relaciones de Panamá con Estados Unidos. El nuevo presidente declaró poco después de ser proclamado que procuraría un diálogo con Washington diferente al que su país ha mantenido hasta ahora.

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