El cineasta más rápido
José Luis Madrid, que ha cultivado el cine de género trabajando siempre con pequeños presupuestos y menos ambición, reorientó su actividad profesional a raíz del progresivo cierre de las salas de reestreno. Su nueva vía consiste en aprovechar su experiencia como director rápido y barato para aplicarla a películas que se anticipan a otras, mucho más caras, de larga preparación y rodaje en las que intervienen muchos nombres famosos y decorados espectaculares. La maniobra tiene su gracia, ya que son los demás quienes gastan en publicidad y promoción, quienes crean un clima de expectación.
Astucia
Memorias del general Escobar
Director: José Luis Madrid. Intérpretes: Antonio Ferrandis, Elisa Ramírez, Luis Prendes, José Antonio Ceinos, Jesús Puente, Fernando Guillén, Anionio Iranzo, Juan Ollé, José María Cafarell, África Prat. Guión: J. L. Madrid y J. Masip. Española, 1984.Estreno en los cines Carlos III y Windsor.
Con Comando Txikia se adelantó a Operación Ogro, de Gillo Pontecorvo, y con Las memorias del general Escobar ha hecho lo propio con Antonio Mercero, quien, en principio, debía dirigir la versión cinematográfica de la novela de Olaizola ganadora de un conocido premio literario. En este caso, la astucia de Madrid es aún mayor, ya que ha logrado ahorrarse el pago de unos sin duda sustanciosos derechos de autor al recurrir a un relato de J. Masip, antiguo ayudante de campo del general, relato que además justifica que hoy el novelista premiado sea acusado de plagiario. Todo este preámbulo sobre estrategias comerciales de productos menores viene a cuento por lo bien que define cuáles son las coordenadas en las que se mueve Las memorias del general Escobar. Se trata de un filme modestísimo en el que nadie parece haber elegido los decorados, en el que no existe un verdadero trabajo de guión ni de dramaturgia, en el que los personajes no tienen entidad como seres de ficción, sino como portadores de frases históricas.
La película produce una sensación de extrañamiento tan intensa que bien pudiera uno imaginarse que se trata del trabajo de un émulo de Straub, de un admirador poco riguroso de su versión de Los negocios de Julio César, de Brecht, en la que coexistían las togas y los autobuses, las coronas de laurel y, los semáforos.
En Las memorias del general Escobar, un tribunal militar puede reunirse en un vestíbulo de hotel de cuyas paredes penden grabados militares de corte infantil, de la misma manera que una mazmorra del castillo de Montjuïc sugiere la cava de una masía. Vamos, que el anacronismo es norma, y no basta con que desfilen nombres conocidos, en tanto que protagonistas de la historia -en este tipo de películas sólo aparecen familiares y personajes célebres, siempre todos conscientes de que lo que dicen está destinado a pasar a la posteridad-, para que la película sea algo más que una sucesión de estampitas. Las memorias del general Escobar no es más que eso, y los cromos son de pésima calidad.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.