_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mitologías modernizadas

1, 2, 3, Splash.

Director: Ron Howard. Intérpretes: Tom Hanks, Daryl Hannah, John Candy, Eugene Levy.

Locales de estreno: Benlliure, Juan de Austria, Lope de Vega, Infante, Vaguada.

Los mitos de la antigüedad clásica tienen una probada capacidad de adaptación, de manera que no ha de extrañarnos que se trasladen desde el estrecho que separa Escila de Caribdis a las aguas industrializadas de Nueva York o Massachusetts, de la misma manera que viajan de la Odisea a 1, 2, 3, Splash, una agradable y modesta comedia en la que Ulises es el propietario de un negocio de verduras, y la sirena, en vez de seducir con cantos melodiosos, lo hace con besos desinhibidos. Además, su propósito último no es conseguir naufragios -aunque el tráfico de hortalizas acaba a la deriva, en manos de un hermano tan grueso como fantasioso-, sino consumar un sueño y un amor de infancia.

1, 2, 3, Splash lo tiene todo para ser una simple comedieta tontorrona, pero escapa a ese destino gracias al ingenio de su guión y al talento de sus intérpretes. De entrada, la pureza e intensidad del amor de la sirena, unidas a su desconocimiento de las normas sociales vigentes en tierra firme, dan pie a una serie de equívocos y situaciones divertidas, de las que sale bien librada merced a sus habilidades para aprender de la televisión. Como descubría Peter Sellers en Being there, la pequeña pantalla es modelo y espejo suficiente, y Ron Howard se entretiene en ello. Luego, cuando el filón podría dar síntomas de agotamiento, se nos recuerda que a las sirenas no les basta con unos cursillos acelerados para ser como los demás.

Si Tom Hanks y John Candy dibujan muy bien sus personajes, es Daryl Hannah la encargada de fascinar a las plateas. Lo consigue a base de algo más que una simple presencia física. De ella sabíamos que cuando era una atlética replicante que, en Blade Runner, se maquillaba los ojos con un spray después de romper algún cráneo por el procedimiento de colocarlo entre sus muslos y apretar fuerte, ahora sus piernas saltarinas quedan a menudo enfundadas en una cola de escamas, y es su rostro a lo Miou-Miou el responsable de que la credibilidad de una fábula increíble se mantenga. Lo logra, y ése es su mayor mérito.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_