Juan Pablo II beatificó ayer a la bilbaína Rafaela Ibarra
Juan Pablo II beatificó ayer en la plaza de San Pedro a cuatro nuevos fieles, entre ellos a la bilbaína Rafaela Ibarra, viuda de Vilallonga Cipolo, casada y madre de siete hijos, y fundadora más tarde del Instituto de los Santos Ángeles Custodios para la protección de la joven. El retrato, un precioso cuadro a óleo, de la nueva beata de Bilbao, nacida en Arenal, el 16 de enero de 1843, de una familia rica de industriales, destacaba en la fachada de la basílica de San Pedro con los de los otros tres beatos. El Gobierno español envió a Roma una misión especial para asistir a la solemne ceremonia, presidida por el presidente del Senado, José Federico de Carvajal. De dicha misión formaban parte, entre otros, el alcalde de Bilbao, José Luis Roblesa; el director general de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, Jesús Ezkerra; el embajador ante la Santa Sede, Nuño Aguirre de Cárcer, y el actual embajador en Londres y anterior embajador ante la Santa Sede, Joaquín Puig de la Bellacasa.
El tiempo deslució la ceremonia, con una mañana gris de lluvia pegajosa, que obligó a muchos fieles a abandonar la plaza de San Pedro. Pero cerca de 20.000 personas, sobre todo españolas, aguantaron firmes bajo el agua hasta el final de la ceremonia.
En su discurso, Juan Pablo II, al recordar los méritos de la nueva beata vasca, habló en español, recordando que Rafaela Ibarra, "desde su acomodada posición, supo mirar con sensibilidad humana y cristiana la sociedad de su tiempo", añadiendo que su vida constituye "un excelente ejemplo para nuestra sociedad de hoy", ya que la nueva beata española había sido primero ejemplo de madre de familia, habiendo educado a siete hijos propios, a cinco de su difunta hermana María y a seis de otra pariente también fallecida.
Tras la muerte de su esposo, la madre Rafaela hizo voto de castidad, dedicándose, dijo el Papa, a diversas iniciativas de carácter social y apostólico, llevando su acción a hospitales, casas de maternidad, cárceles de mujeres, y jóvenes sin trabajo o en peligro moral. El Papa afirmó en euskera, dirigiéndose "a los cristianos del pueblo vasco":"Jarraitu egizuez beata barriaren ikasbideak" (seguid los ejemplos de la nueva beata).
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