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La URSS parece entrar en eI juego electoral de Reagan tras las entrevistas mantenidas por Andrei Gromiko en EE UU

A la espera de los resultados concretos que el futuro pueda aportar en materia de mejora e las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el primer balance de los encuentros celebrados la pasada semana entre soviéticos y norteamericanos aparece como positivo. Sobre todo para los estadounidenses, cuyo presidente, Ronald Reagan, obtuvo una aureola de líder pacifista gracias a su entrevista con el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko.

Aunque las reuniones de Gromiko con Reagan y con el secretario de Estado, George Shultz, no hayan aportado un balance específico -excepto en las promesas de continuar las conversaciones por canales diplomáticos, con particular atención a los temas de armamento-, los soviéticos han entrado en el juego electoral norteamericano potenciiindo la posible reelección de Reagan. Tal es la lección inmediliata del primer encuentro a alto nivel entre los dirigentes de Washington y Moscú, si bien en la práctica las cosas no han cambiado. Los encuentros pueden tener importantes consecuencias para el electorado nortearnericano, que el próximo 6 de noviembre deberá decidir si opta, como todo parece indicar, por una confirmación de Reagan paria otros cuatro años de presidencia.

Continúa la interrupción de las negociaciones de Ginebra para una reducción y control de armas nucleares; sigue la presencia de los soviéticos en Afganistán, y persiste la instalación de misiles soviéticos SS-20. Este es el balance visto desde Washington, mientras que desde el otro lado, los soviéticos pueden argumentar que EE UU y sus aliados de la OTAN prosiguen la instalación de misiles Pershing 2 y de crucero, que la Administración Reagan interviene en Centroamérica y que Reagan no renuncia a sus programas de rearme.

A pesar de que sobre el terreno práctico de los hechos las cosas siguen igual, la semana de Gromiko en EE UU ha confirmado tendencias de cambio en el interior de la Administración Reagan en sus planteamientos hacia Moscú. Reagan ha marginado la habitual retórica anticomunista para llegar a hablar incluso de "buenos objetivos" para la paz si los resultados de las reuniones con Gromiko conducen a negociaciones fructíferas.

Otro elemento de política interna revelado con la reunión Reagan-Gromiko ha sido la determinación de la Casa Blanca de anteponerse a las eventuales presiones del Pentágono, más reacio a abrir negociaciones con la URSS, en el actual nivel de carrera militar entre las dos superpotencias.

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Con gran secreto

Según el diario The Washington Post, la idea de una entrevista Reagan-Gromiko, lanzada por el moderado secretario de Estado George Shultz; fue preparada con gran secreto, sin alertar a los militares del Pentágono. La Casa Blanca quería evitar que el Pentágono torpedeara la idea de reabrir canales hacia la negociación, en un momento en que las teorías de los estrategas militares defienden la necesidad de un refuerzo del potencial militar estadounidense. La tensión entre la Casa Blanca y el Pentágono no se basa sólo en diferencias de análisis a nivel teórico. Siempre según The Washington Post, cuando los soviéticos pidieron una moratoria para negociar el control de armas espaciales antisatélites, el Departamento de Estado de la Casa Blanca estaba de acuerdo en facilitar tal moratoria, al menos por tres años, mientras discurrieran las negociaciones. El Pentágono se opuso a tal idea, probablemente al prevalecer el punto de vista militar sobre el político.

¿Hasta qué punto una eventual segunda Administración Reagan será más flexible y dialogante con los soviéticos que lo ha sido la primera? La incógnita es todavía casi total. Pero, el hecho de que fuera Reagan quien invitó a Gromiko al diálogo de Washington abre esperanzas para unas futuras relaciones más pragmáticas entre EE UU y la URSS, aunque, por el momento, el inicio de deshielo siga siendo débil.

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