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Una historia de recelos mutuos

El encuentro de ayer en Nueva York de los jefes de las diplomacias española e israelí es el primer acercamiento físico entre los Gobiernos de Madrid y Jerusalén desde que, hace 35 años, el recién nacido Estado de Israel vetó la entrada de España en la ONU, dándose inicio así a una larga historia de recelos mutuos que el Gabinete del PSOE ha prometido clausurar durante esta legislatura, procediendo al intercambio de embajadores antes del final de 1986.España e Israel coinciden en que, de hecho, ya mantienen relaciones y que sólo falta el pequeño paso del intercambio de embajadores. España e Israel comercian entre sí y tienen contactos en organismos internacionales. Los servicios secretos israelíes, Mossad, colaboran con la policía española en materia antiterrorista. Desde 1983, las compañías aéreas de ambos países vuelan regularmente entre Madrid y Tel Aviv y desde dos años antes hay en la sede central madrileña de la Organización Mundial de Turismo (OMT) un representante israelí, Samuel Hadas, que tiene rango de embajador y representó ya a su país en la Conferencia de Madrid, además, de haber sido antes portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de su país. Hadas despacha con frecuencia con funcionarios del Ministerio español de Asuntos Exteriores sobre materias que, obviamente, poco tienen que ver con el turismo, asunto éste que figura entre las competencias de ese departamento. España, por su parte, mantiene su consulado en Jerusalén, que tenía abierto mucho antes de que los israelíes entraran en esa ciudad.

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Los contactos hispano-israelíes se han ido incrementando desde la llegada de los socialistas a la Moncloa, en una política de paso a paso, que tuvo su penúltimo síntoma el pasado mes de agosto, cuando Felipe González concedió por vez primera una entrevista a un periódico israelí, Haaretz, a lo que se había negado en ocasiones anteriores. El último síntoma es el de ayer: el encuentro entre Isaac Shamir y Fernando Morán, para el que se ha escogido un marco neutral: las Naciones Unidas.

Los viajes realizados por Morán y el presidente Felipe González a diversos países de Oriente Próximo no han servido para hacer comprender a los árabes las tesis españolas sobre la necesidad del intercambio de embajadores entre Madrid y Tel Aviv, temiéndose que reaccionen de manera adversa y más o menos simbólica en el momento en que éste se produzca.

El vicepresidente sirio, Abdel Halírri Jaddarn, ya advirtió a Morán el pasado mes de abril de que España "no puede premiar la agresividad israelí" ni "sorprender a los árabes" tomando la decisión del establecimiento de relaciones sin informarles previamente. A pesar de que tanto Felipe González como Fernando Morán han tratado de explicar a los dirigentes árabes que España aumentará su eficacia de mediación en Oriente Próximo con el intercambio de embajadores con Israel y que éste no afectará a la tradicional amistad hispano-árabe, éstos se resisten a creerlo.

El Gobierno español ha reiterado que el intercambio de embajadores se producirá "en el momento oportuno", y, aunque ha tratado de obviar los efectos de su identidad ideológica con la de parte del nuevo Gobierno israelí, la prevista retirada total de las tropas israelíes de Líbano podría ser una de las señales del "momento oportuno".

Por otro lado, pesan las presiones de grupos proisraelíes en los parlamentos europeos -especialmente en el holandés- a la hora de ratificar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea. Estos grupos podrían argumentar que España no tiene relaciones con Israel a pesar de que este país tiene suscritos acuerdos con la Comunidad anteriores a la adhesión de España.

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