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Mayores diferencias entre Gobierno, patronal y sindicatos a cinco días de cerrar definitivamente los presupuestos

El próximo miércoles el Gobierno cerrará todos los temas presupuestarios, haya o no acuerdo con patronal y sindicatos. En el segundo de los casos, se tendría que seguir negociando el pacto social sabiendo que no se modificará aspecto alguno del futuro acuerdo vinculado a los Presupuestos Generales del Estado, según afirmó ayer el ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, al término del pleno de la comisión negociadora. Las últimas reuniones -tanto públicas como secretas- han agudizado aún más las profundas diferencias que separan a los interlocutores. En la noche del miércoles, los representantes de la CEOE estuvieron a punto de abandonar las negociaciones ante el "no" rotundo de UGT a una de sus propuestas.

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El ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, se mostró ayer rotundo en los plazos para llegar un acuerdo en todos los temas con incidencia en los presupuestos generales. Son precisamente los aspectos que mayores tensiones están provocando en cada una de las partes. Según explicó Almunia, el Gobierno dará por cerrados los Presupuestos el próximo miércoles y, si no hay conformidad de sindicatos y patronal, habría que seguir discutiendo el acuerdo sabiendo que no se modíficará ninguna de las partidas.El ministro, además, aclaró que ni siquiera cabía la posibilidad de que fuera el Parlamento quien modificara los presupuestos de acuerdo con los deseos de los agentes sociales. "No es el Parlamento quien negocia el acuerdo, sino el Gobierno". Precisamente los representantes de la CEOE habían manifestado que no parecía que pudiera esgrimirse la necesidad de remitir a las Cortes el anteproyecto de presupuestos como plazo del acuerdo, porque "siempre quedaría el debate parlamentario".

Las palabras de Almunia, podrían significar que, en caso de que el miércoles la situación fuera la misma por parte de todos los interlocutores, el acuerdo económico y social sería imposible. No parece lógico que se continuaran las negociaciones en otras áreas cuando todos los temas de Seguridad Social, inversión, fondo o conciertos para la contratación, se hubieran saldado sin resultado.

Avances mínimos

El método de reuniones privadas o secretas sólo ha servido hasta ahora para acotar los cinco puntos fundamentales en los que no ha habido avance alguno: fondo especial para empleo, inversión pública, financiación de la Seguridad Social, mercado de trabajo y conciertos para la contratación. De hecho, la situación se ha visto crispada en algunos momentos. El pasado miércoles, la CEOE estuvo a punto de abandonar la reunión que mantuvieron hasta primeras horas de la madrugada de ayer representantes del Gobierno, la patronal y UGT.

Según la reconstrucción del encuentro, la CEOE abandonó durante unos instantes la sala donde se celebraba la entrevista, en la sede del Ministerio de Trabajo, ante el "no" rotundo de la UGT a tratar una de sus propuestas, la referida a suprimir la autorización administrativa en la regulación de empleo.

Y el plenario de ayer tampoco sirvió aparentemente para algo más que para volver a enfrascarse en el árido discurso del secretismo de los encuentros. Los representantes de CC OO aseguraron -y no fue desmentido por el resto de los interlocutores- que las otras partes habían puesto como condición para incorporarse a los contactos privados que garantizaran silencio sobre lo tratado. Gobierno, UGT y CEOE creen que son necesarios los contactos bilaterales y secretos, con el fin de no crear expectativas con propuestas que posteriormente fueran susceptibles de modificación.

CC OO ha hecho de este tema cuestión de principio, pero reconoce que las dificultades son más de fondo que de forma. Que el acuerdo no tiene contenidos y que hasta ahora la única que ha impuesto sus criterios ha sido la CEOE. Para UGT, el problema radica en que CC OO no tiene voluntad de acuerdo, que desde el principio ha mostrado su rechazo al mismo y que no tiene sentido que en estas condiciones acuda a unas negociaciones en las que su mayor eficacia es precisamente la discreción.

Aunque Almunia racalcó que el método seguido hasta ahora había demostrado su eficacia, el resto de las negociadores -CEOE y UGT- reconocieron que no se había experimentado avance alguno.

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