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España y Suecia defendieron en la conferencia de Estocolmo la máxima cautela en el manejo de los residuos nucleares

Políticos, científicos, representantes de sindicatos, universidades y organizaciones defensoras del medio ambiente clausuraron ayer en Estocolmo una reunión de dos días destinada a la búsqueda de soluciones al problema de los residuos nucleares procedentes de los usos pacíficos de la energía atómica. En la reunión, España y Suecia coincidieron en una actitud de máxima precaución frente a los efectos de las radiaciones nucleares, mientras el Reino Unido y Bélgica minimizaban el problema.La conferencia, convocada por la Comisión de Ciencia y Tecnica del Consejo de Europa, concluyó con una serie de recomendaciones a los respectivos Parlamentos, entre las que destaca la relacionada con las medidas destinadas a evitar los efectos perjudiciales de la radiactividad. El carácter no resolutivo de la reunión no desmerece la importancia de los aportes realizados en la misma.

Dos líneas de debate fundamentales marcaron el desarrollo de la conferencia. Una de ellas fue la referida a los enfoques, no siempre coincidentes, de los políticos, que son los que en definitiva deben adoptar las resoluciones, y de los técnicos, que investigan y aportan sus conclusiones a partir de la realidad estudiada. Por otro lado, se dio una contradicción entre los países que tienden a minimizar los peligros del manejo y almacenamiento de los desechos radiactivos, y aquellos que desean extremar al máximo las precauciones.

La opción terrestre

En el primer caso se encuentran el Reino Unido y Bélgica, y en el segundo España y Suecia. Las posiciones de estos dos últimos países fueron totalmente coincidentes, y así se vio reflejado en la ponencia española formulada por el director general de la Junta de Energía Nuclear, Gonzalo Madrid, y en la intervención de la ministra de Energía de Suecia, Birgitta Dahl, que rechazó la posibilidad de que Suecia acepte la recepción de residuos de otros países.La ponencia española destacó las ventajas de la opción terrestre para el almacenamiento, en contraposición a la tesis de utilizar los fondos marinos. El delegado español, Gonzalo Madrid, fundamentó dicha opción en las siguientes razones: en la opción marina no existe barrera de ingeniería; la barrera geológica está sustituida por el agua del mar, que está en continuo movimiento y es además un medio donde se desarrolla la vida; el control es mucho más difícil que en un depósito terrestre; es una práctica irreversible y no hay posibilidad de recuperación.

A juicio de la delegación española, la opción que se elija para la gestión de residuos debe cumplir criterios de justificación, optimización y limitación de posibles exposiciones. Por todo ello, España considera la opción terrestre para la evacuación de residuos radiactivos como la alternativa más adecuada, y en ese sentido ha orientado sus trabajos.

Otros, en cambio, reducen la importancia de los peligros de las radiaciones provenientes de los desechos nucleares, sosteniendo que tales peligros son comparativamente mínimos. Así, el delegado británico John Dunster, jefe de la Oficina Nacional de Protección Radiológica, expuso en la reunión que la radiación natural supone el 78% de la que recibe la población de un país; la utilización de sustancias radiactivas con fines medicinales supone un 21% y solamente el 1% debe atribuirse a otras formas de radiación, incluida la de la energía nuclear.

Dijo también que en última instancia corresponde a los Gobiernos la estructuración de las reglas al respecto, y criticó la información que se difunde a través de los medios de comunicación.

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