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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mundo caduco

Contó Quevedo el mundo caduco ("y desvaríos de la edad": de la época, de la era), y en esa estética del desastre se basa la del espectáculo quevedesco presentado por la compañía de La Candelaria de Bogotá. Harapos, utensilios polvorientos, personajes deformados por máscaras y bultos. Se ha utilizado mucho en España en otros tiempos, y aún en estos todavía se mantienen en calidad de ejercicio y de escuela las formas actorales presentadas aquí: una foniatría llevada al extremo del disfraz y deformación de las voces, una expresión corporal que abulta el gesto. Su valor en las etapas de formación de actores puede ser importante, pero su conversión en base de una larga función termina convirtiéndose en soniquete y dengue. No es demasiado bueno sobre todo si se aplica a una experiencia "no sólo de carácter lingüístico, sino dramatúrgico", según se presenta: el valor lingüístico se pierde muchas veces por la caricaturización de la voz. La dramaturgia consiste en la metaforización visual de lo que ya son metáforas de texto.

Diálogos del rebusque, de Santiago García, sobre el Buscón, de Quevedo

Teatro La Candelaria de Bogotá. Intérpretes: Patrizia Ariza, Nohora Ayala, César Badillo, Beatriz Camargo, Hernando Forero, Santiago García, Francisco Martínez, Fernando Mendoza, Adelaida Nieto, Fernando Peñuela, Inés Prieto, Alvaro Rodríguez, Ignacio Rodríguez. Vestuario y escenografía de Pedro Alcántara. Música de Ignacio Rodríguez e Ivonne Caicedo. Dirección de Santiago García. Teatro Lara, Madrid 8 de septiembre.

Respetable

El autor-dramaturgo-director-actor, Santiago García, toma textos de Quevedo, a partir de la vida del Buscón, los hilvana, los intercala, los sujeta unos a otros, les añade canciones y máscaras y situaciones.Todo ello es muy respetable, y quizá fuera de mejor resultado con menos preocupación por la dramaturgia, que lo embarulla un poco.

La interpretación muestra actores muy preparados; se deja ver una larga serie de ensayos, un trabajo profundo y bien hecho. En Álvaro Rodríguez, que hace el personaje de don Pablos, se ve continuamente un gran actor.

El pícaro español está traducido al roto, al pelao: eso y algún parecido físico, no se sabe si deliberado, recuerda al personaje de Cantinflas: tras ello hay una indudable personalidad y una preparación de primer orden.

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