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Manuel Sacristán y José María Valverde advierten de la ambigüedad del concepto 'sociocultura' en la primera edición de Interacció-84

Con más de 700 inscripciones, frente a las 300 que tenía previstas la organización, empezó ayer a las nueve de la mañana la primera edición de la Escola d'Estiu d'Acció Sociocultural (Escuela de Verano de Acción Sociocultural) Interacció 84. Contrariamente a lo que se esperaba, se mantienen los 100 cursos previstos que, a lo largo de esta semana, se celebrarán en los Hogares Mundet de Barcelona. El debate y la controversia empezaron ayer con el curso general y que corrió a cargo de Manuel Sacristán y José María Valverde, bajo el título de Cultura y educación. Manuel Sacristán empezó su parlamento con un repaso al programa que ofrece Interacció 84 y a la definición del término sociocultura, que es "contradictoria porque no se designa una actividad especializada, sino a un conjunto de hechos muy diversos, y por el contra.rio define el curso, que va dirigido a profesionales". Sacristán se refirió a la redundancia que supone este concepto "moral y políticamente" y por tanto al peligro de que se convierta en "parasitario", como "estas juergas intelectuales que llaman congresos". Sacristán criticó duramente el "despilfarro o parasitarismo" como robo general de nuestra sociedad, desde el consumismo, los gastos militares "injustificados desde el punto de vista del sentido común" hasta la investigación "inútil" que se realiza en la mayoría de universidades.Manuel Sacristán afirmó que esto puede constituir una especie de educación para esclavos o siervos que "ni siquiera saben dónde están los bueyes del servilismo en nuestra era moderna y'dónde las palancas para conseguir si no la liberación, por lo menos más libertad en el futuro". Manuel Sacristán aludió a la nueva sociedad a la que nos dirigimos, protagonizada por el desarrollo de unas tecriologías "con mucho poder", por lo que, para poder orientarse en ella y por tanto vivir sin ser siervos, consideró necesario adaptar unos conocimientos bastante elevados.

En este sentido, Sacristán aconsejó a los profesionales de la actividad sociocultural que "lo más sensato que pueden hacer" es promover lo más posible el dominio democrático y popular de esta información, lo que requiere un primer paso: "La potenciación de la escuela fundamental, la clásica, la que instruye", afirmó.

Terminó diciendo que es necesario el dinero para la escuela, a fin de conseguir la instrucción, que es la base de la educación y de un humanismo consistente. "Hay otras posibilidades de educarse sin una instrucción como la vida contemplativa, pero tienen muy poco que ver con la actividad sociocultural", dijo.

José María Valverde tomó la palabra ratificando todo lo que había señalado Manuel Sacristán e insistió una vez más en la necesidad de invertir en las escuelas. Se mostró contrario a las teorías alternativas en educación, con las que dijo no estar en absoluto de acuerdo: "No son válidas, es una manera de salirse por la tangente y perder el tiempo y el dinero". Valverde agregó que a la educación se le ha dado "demasiada locura, demasiada expresividad, hay que invertir el dinero para que la gente sepa leer una frase y la entienda. Actualmente falla el entrenamiento verbal, auditivo, no tenemos entrenamiento musical del lenguaje, por consiguiente no entendemos lo que leemos".

José María Valverde criticó duramente los nuevds métodos de educación en los que se ha desprestigiado y abandonado el uso de la memoria, "y no hay forma de "aprender si no se usa la memoria".

Finalmente, manifestó, ante una pregunta sobre el papel de los profesionales de la actividad sociocultural, que no había llegado a entender qué eran exactamente, "si son los encargados de los ayuntairmentos y diputaciones de la actividad cultural, yo creo que tendrían que ver en primer lugar si han gastado suficiente dinero en escuelas antes de gastarlo en danzas; danzar ya lo hacemos sin subvenciones".

No estaba previsto que hubiera debate; sin embargo, muchas personas pidieron la palabra, no para preguntar sino para discrepar de las teorías de Valverde y Sacristán. Pero la falta de tiempo lo impidió. Joan Rigol, conseller de Cultura; Antoni Dalmau, presidente de la Diputación de Barcelona e Ignacio Quintana, director general de Juventud y Promoción Sociocultural del Ministerio de Cultura, estuvieron presentes, por la tarde, en la inauguración de los cursos.

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