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Estudios Sobre la actual producción de Hollywood predicen una baja temporada

El meticuloso estudio de mercados que configura la temporada cinematográfica veraniega en Estados Unidos se ha visto afectado este año por la competencia de los Juegos Olímpicos. La fecha del 4 de julio, Día de la Independencia norteamericana y primer fin de semana veraniego, coincide tradicionalmente con los grandes estrenos. Las recaudaciones de este día acostumbran a dar la medida del éxito de los productos que determinan la bonanza de la industria hollywoodiense. El resultado general señala una temporada insulsa.

Desde que Lucas, Spielberg y demás niños prodigios demostraron claramente que las grandes recaudaciones sólo se podían conseguir con productos destinados al público juvenil, las aventuras de ficción científica, las versiones cinematográficas de los seriales televisivos y los subproductos eróticos se han convertido en el monotema veraniego. El resto de su producción, aquellos filmes de contenido más adulto, los reserva Hollywood para el otoño, acercando más así su exhibición a la selección para los oscars.La ristra de grandes estrenos comenzó este año a principios de mayo, encabezada por dos productos de la máquina de hacer dinero Steven Spielberg. La segunda entrega de las aventuras del arqueólogo aventurero, Indiana Jones and the temple of Doom, a pesar de su relativo éxito comercial, no consiguió repetir el fenómeno de la primera, provocando además duras acusaciones de la crítica contra la gran dosis de violencia gratuita y sadismo despiadado que contenía lo que se suponía era una diversión para niños.

Spielberg intentó defenderse, pero casi a continuación el estreno de Gremlins, una producción suya dirigida por Joe Dante, un joven y prometedor director de subgéneros al que ya había utilizado en uno de los segmentos de En los límites de la realidad, vino sólo a confirmar las tesis de la crítica.

Gremlins relata la historia de la invasión de un pacífico pueblecito norteamericano por una banda de díablejos que se multiplican con asombrosa rapidez y realizan toda clase de maldades. Son odiosos porque reflejan el sadismo infantil que llevamos todos escondido en los pliegues de nuestra alma, y su caricaturización del comportamiento humano, en algunas secuencias de antología, redime por sí solo algunos aspectos menos convincentes del filme. El éxito comercial, sin embargo, no ha estado a la altura de lo esperado.

El éxito del verano ha sido Ghostbusters, las peripecias de Ares científicos locos que montan una compañía dedicada a exterminar fantasmas. Una astracanada en la línea de Desmadre a la americana. Casi sin guión, compuesta por una interminable serie de chistes malos y -anécdotas irrelevantes, se ha convertido en la gran triunfadora de este verano.

Todos los intentos de vender les a la adolescente audiencia veraniega algo más que estos des coloridos refrescos, que incluían además una larga serie de plagios de La guerra de las galaxias y En busca del arca perdida, han fracasado. La vuelta de Robert Redford a la pantalla tras varios años de ausencia, con The natural un interesante filme de Barry i Levinson sobre una mítica figura (del béisbol americano, y que contaba, además de Redford, con Robert Duvall, Glenn Close y Richard Farnsworth, ha pasado totalmente inadvertida. Una lástima, porque el filme es un delicado retrato de la historia de este país durante los últimos 40 años lleno de sutilezas y muy revelador del alma norteamericana.

Tiempo de púrpura

Si Redford no h a podido funcionar, no hablemos ya de Bajo el volcán, el último Huston, que no aguantó en cartel más de dos semanas a pesar de que la Fox, previsoramente, lo había colocado en cines especiales. Tan sólo dos filmes sorpresa han despertado la atención de la crítica: The karate Kid, de John Alvidsen, que penetra en la relación de un niño con su viejo profesor de karate, y el debú cinematográfico de uno de los personajes más interesantes que han surgido del rock,en los últimos años: Prince. El filme se llama Purple rain, y redefine por sí mismo el género del musical-rock, para lo que cuenta con la gran presencia en pantalla de su protagonista.Ya después de los juegos de la olimpiada, y como si lo hubiera tenido preparado para saltar en la ola -de patriotismo chovinista que las montañas de medallas de oro ha desatado en este país, el inefable John Milius, uno (le los compañeros de curso de los Lucas, Coppola y Spielberg, ha estrenado lo que, más que una película, es un fenómeno.

Se trata de Red dawn (Madrugada roja), y relata la posibilidad de una invasión del continente americano por las tropas de la Unión Soviética. Algo así como ¡Que llegan los rusos; pero en serio. Terroríficas imagenes de un restaurante McDonalds con la bandera roja de la hoz y el martillo ondeando sobre el tejado y rodeado,de tanques del Pacto de Varsovia. Los protagonistas son jóvenes norteamericanos que, tras la derrota, deciden formar una guerrilla de luchadores de la libertad y derrochan heroísmo a espuertas, siempre bajo el telón de fondo de la bandera de las barras y estrellas.

Su estreno coincidió con el desliz del presidente Reagan mientras probaba el micrófono, asegurando que se iba a empezar el bombardeo de Rusia en cinco minptos. La crítica no se atrevió a pronunciarse, pero cuando vio cómo el público se amontonaba frente a las taquillas y el filme batía récords de taquilla con rapidez asombrosa, debió rendirse a la evidencia y buscar una explicación.

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