_
_
_
_
_
La tasa de paro insoportable (TPI) / 2

El número de españoles en edad de trabajar que no tienen empleo ha crecido en 410.100 desde diciembre de 1982

La fuerte baja en el ritmo de crecimiento de la población activa ha caído como agua de mayo sobre las dramáticas estadísticas de paro -22.783 nuevos desempleados mensuales que suman 410.000 en los primeros 18 meses de Gobierno socialista- amortiguando su efecto psicológico, pero ha resaltado la parte más grave del problema, que es la destrucción continuada e incontrolada de puestos de trabajo. La población activa creció desde diciembre de 1982 a junio de 1984 en sólo 25.600 personas, mientras lo normal venía siendo un crecimiento anual próximo a las 100.000 (122.300 en 1983 y 134.900 en 1982). Con ello, la tasa de paro ha pasado en dicho período del 17,1% al 20,1% de la población activa. A fines de 1983, Sevilla y Cádiz mantienen el dudoso honor de estar a la cabeza de la clasificación del paro, con una tasa que ronda el 30% de la población activa, mientras que las dos provincias con menos paro son Lugo y Teruel, con tasas que van del 4% al 6% de su población en edad de trabajar.

Debido a la caída en el incremento de población activa en el segundo trimestre de este año, la cifra de paro es mucho menor de la que hubiera correspondido a un crecimiento demográfico normal. Aun así, el número ha aumentado en el período de Gobierno del PSOE en 410. 100 nuevos parados. De ellos habría que descontar una cifra estimada por el Banco de España entre las 80.000 y las 100.000 personas que, procedentes del desaparecido empleo comunitario, figuran ahora como parados con subsidio agrario.Al mes siguiente de ganar las elecciones, el ministro de Trabajo, Joaquín Almunia, declaró a la Prensa que "no somos utópicos, sino realistas, al señalar que se pueden crear 800.000 nuevos puestos de trabajo en los cuatro años próximos", y resaltó para ello una herencia que les era favorable: "La propia reducción de empleo, muy fuerte en los últimos años, y que ahora", manifestó a finales de 1982, "ya no puede reducirse mucho, dado el ajuste que ya se ha producido entre la capacidad productiva instalada y el nivel de empleo".

Sin embargo, la realidad ha destrozado las previsiones del ministro Almunia sobre el empleo, que es, persistentemente, según todas las encuestas de opinión pública, el tema más grave y que más preocupa a los españoles. Tan desastrosos resultados contra el objetivo prioritario del PSOE y del Gobierno socialista han contribuido a resucitar entre los economistas monetaristas y socialdemócratas el debate universal sobre si la política económica es, puede ser o debe ser ideológicamente neutral.

Mientras que las previsiones macroeconómicas preferidas por los tecnócratas de Miguel Boyer muestran una notable mejora (inflación, balanza de pagos y crecimiento del producto interior bruto), la tasa de destrucción de empleo en los últimos 12 meses conocidos Gunko de 1984 respecto a junio de 1893) se ha más que triplicado con respecto al mismo período del año anterior.

Mujeres y jóvenes, castigados por el paro

Entre junio de 1982 y junio de 1983 se destruyeron 89.000 empleos, pero en los 12 meses siguientes la cifra ascendió a 322.000, lo que supone una tasa de desaparición de puestos de trabajo del 2,98 %. Esta cifra queda reducida a 222.000 empleos destruidos si le rebajamos el máximo de 100.000 trabajadores que, según el Banco de España, dejaron el empleo comunitario para engrosar las cifras del nuevo paro agrícola subsidiado.Pese al dramatismo de las cifras globales de paro y destrucción de empleo, lo más apropiado para conocer la dimensión real del problema es, a juicio de los economistas consultados, realizar un análisis desagregado de las estadísticas oficiales de la Encuesta de Población Activa (EPA). Al desagregar las cifras en los cuadros adjuntos, según la edad de los parados, sexo o sector económico al que pertenecen, se ponen de manifiesto conclusiones mucho más alarmantes de cara al futuro económico y social de España.

Resalta el predominio de los jóvenes, que suman más de 1,3 millones, en edades comprendidas entre los 16 y los 24 años, lo que supone el 50,33% del total de los parados. Por otra parte, la globalización estadística de toda la población madura, comprendida para el Instituto Nacional de Estadística entre los 251 y los 54 años, y que supone el 43,06% del total de los desempleados, oculta problemas bastante graves y cuyo conocimento desagregado es importante a la hora de diseñar políticas adecuadas de creación de empleo o de protección del parado. Aunque para la EPA no hay diferencia, no es, obviamente, lo mismo un parado de 26 años que otro de 43 o de 54 años.

Según el sexo, hay actualmente en España 1.743.100 varones parados en edad de trabajar, mientras que las mujeres de la misma edad y que buscan empleo en vano suman 901.800. En cifras globales, los varones parados suponen el 65,9% del paro total, frente a las mujeres, que representan el 34,1%.

Sin embargo, analizando las cifras por edades se comprueba que las mujeres jóvenes son más duramente castigadas por el paro que los hombres jóvenes. Como puede comprobarse en los cuadros adjuntos, el 64,59% de las mujeres en paro tienen edades comprendidas entre los 16 y los 24 años, frente al 42,95% correspondiente a los varones desocupados de las mismas edades. Ello pone igualmente de manifiesto el distinto Ciclo laboral femenino.

Por otra parte, son, casi siempre, las mismas personas las que permanecen desempleadas y no es lo mismo tener 2,6 millones de parados que cambian cada 15 días que mantener este castigo del paro durante dos años sobre los mismos grupos sociales, las mismas personas concretas y concentradas, además, en las mismas bolsas territoriales.

El escasísimo nivel de rotación actual entre empleados y no empleados, favorecido por la actitud defensiva de los sindicatos, se está agravando por la falta de voluntad o de iniciativa política para reducir las numerosas rigideces que afectan al mercado de trabajo en España, esclerotizado durante los diez años de crisis. Hasta ahora, la única idea propagada por el Gobierno socialista para "flexibilizar el mercado de trabajo" -eufemismo gubernamental para referirse facilitar el despido de los trabajadores- se basa en la contratación temporal que favorezca el cambio de empleados fijos por eventuales y a costa de reducir las cuotas de la Seguridad Social para licenciados universitarios, ya premiados por la sociedad que les ha dado estudios a bajo coste. Por la vía de reducción de cuotas se devalúa también públicamente el papel protector de la propia Seguridad Social.

Sin embargo, los especialistas en política de empleo insisten en la necesidad de diseñar nuevos programas, no sólo basados en abaratar despidos y bajar salarios, sino de reciclaje profesional y cultural, de movilidad geográfica y ocupacional, de vivienda y urbanismo para los nuevos asentamientos de los buscadores de empleo allí donde puede haber oferta, así como programas esenciales de información y transparencia en el mercado para aproximar la oferta y la demanda.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_