Stevie Wonder, más cálido que en agosto
ENVIADO ESPECIAL Muchos espectadores de rock y afines han terminado por desconfiar de los horarios fijados en las entradas por los organizadores. El concierto de Stevie Wonder Wonderland estaba previsto para las nueve de la noche. No se abrieron las dos o tres únicas puertas hasta las 9.20 horas a un público que esperaba impaciente y molesto desde antes de las ocho. Más tarde, muchos asistentes que habían pagado 4.500 pesetas comprobaron en el interior del recinto que no existía diferencia respecto a cualquier espectador de césped que pagó 2.200, porque éste pudo acceder fácilmente a tribuna y viceversa. Y es que, acabadas las localidades baratas, no había más remedio que pagar caro el retraso.
Concierto de Stevie Wonder
170 minutos.Estadio Municipal de Marbella. Lleno. 14 de agosto de 1984.
A las 10.25 aparecieron cuatro percusionistas y vocalistas de ritmo y rito africanos, con un grupo que danzó y dramatizó mientras aún faltaba gente, apelotonada en las puertas para entrar. El grupo telonero debió fatigar a base de ritmos y ánimos selváticos a un público que apenas les coreó. Pudieron agradar a unos pocos adeptos a la arqueología musical.
Stevie Wonder apareció con su banda de 13 músicos refugiada en una plataforma inclinada a las 11.45 horas. Tras el primer tema, Wonder se extendió para nombrar a sus colaboradores. Habló irónicamente de un nuevo Stevie Wonder y gritó: "Allá va". Cantó un tema country y exclamó: "¡Queréis esto!', y ante la negativa probó con un blues. Acabó la broma y empezó con los dos temas que inician el elepé Hotter than July.
El calor comunicacional del máximo sonido negro contagió enseguida a los espectadores que habían llenado el estadio. Una serie de composiciones geniales, bien instrumentadas y con una de las voces más grandiosas de estos días, fue un placer dificil de describir. Cada vez que algún músico demostraba alguna destreza, un foco con la luz blanca en vertical le caía y exaltaba al modo de una realización televisiva sincronizada. En Superwoman ya se distinguía una percusión precisa y estudiada y nada barroca, a base de una. batería, Dennis Davis, mas percusión natural, Lenny Castro, magistral, y ritmos programados por el propio Davis. All I do tuvo un final poderoso en el que, después de varios cambios de ritmo y de estilo, un sincero aunque aprendido rito de rock and roll salió de la boca de Wonder. El cantante estuvo situado sobre dos plataformas giratorias y ambulantes: una con teclados en general y la otra con el piano de cola en el que interpretó varios de sus temas más cándidos. Ribbon in the skay fue el más sobresaliente de esta serie, con otro final alargado por solos en guitarra acústica y eléctrica, muy animosos, en armónica, saxo y trompeta, más virtuosos, y bajo, batería y percusión, menos adecuados a la composición.
Y Wonder se volvió a pasar a su tarima inicial, siempre con la firme vigilancia de su hermano Calvin Hardaway, auténtico apellido del músico. Entonces ofreció los momentos más sorprendentes de la actuación. Habló de cuando le llamaban Litle Steve. Cambió la voz y se puso a cantar como Mikel Jackson en los primeros años de Jackson Five y como él mismo a los 12 años, con un tono y timbre de niño perfectos. Era una rnirada tierna hacia atrás de un cantante que llegó a llorar en el desarrollo adolescente por la pérdida de una voz muy alta. En la actuación abandonó la voz infantil como si de un disco se tratara y hubiese rectificado de 45 revoluciones por minuto a 33. Fingertips, instrumental, Once in my life fueron canciones recordadas en esta fase. Después, Wonder demostró que con el tiempo ha perfeccionado su capacidad de crear y cantar.
Babelia
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