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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lo arreglaremos en el montaje

La confianza excesiva en el final cut hace que Ladrones en la noche se convierta, por méritos propios, en el mayor despropósito del año, en la película en la que coexisten más y mejores ideas de puesta en escena con la imposibilidad misma de llevarlas a la práctica sin que la falta de medios y un sistema de producción no hollywoodiense no las destruyese. Dicen que todos los filmes se hacen contra su guión, al menos todos los que merecen ser considerados como fruto de un trabajo creador. Es ese ir a la contra, ese corregir, mejorar o desmentir lo que sólo es papel escrito lo que hace que el cine exista, que un director sea distinto de otro, que las películas sean planas o sus imágenes nos resulten sugerentes. Pero Samuel Fuller, en Ladrones en la noche, no sólo se bate con su propio guión, sino que tiene que sostener también un duro round con sus actores, con el decorador, con el responsable de la producción y con los dobladores castellanos del filme.A los 73 años, un cineasta no debería intentar enfrentarse a varios rivales al mismo tiempo. Fuller continúa colocando buenos golpes -la pintura que hace de cierto funcionario francés-, decorando con rapidez -basta con ver cómo con unos pocos focos se inventa un metro en un túnel-, peleando con elegancia -el amigo que vende instrumentos musicales, a falta de un juez contra el que formular sus requisitorias, lo hace ante... ¡una pintura!- y mostrando imaginación para llevar al rival hasta los rincones más insospechados -la miseria se transforma en expresionismo, los defectos en humor-. Pero no es suficiente.

Ladrones en la noche

Director: Samuel Fuller. Intérpretes: Veronique Jannot, Bobby di Cicco, Víctor Lanoux, Claude Chabrol, Stephane Audran. Francesa, 1984. Estreno en cine Azul

Auténticos 'duros'

El gran peso pesado de la verosimilitud le aguarda con sus zarpas preparadas. Y es un realismo que no entiende de poesía, que quiere que los disparos parezcan de verdad, que el nivel de vida francés esté fielmente captado, que los actores sepan andar o ser auténticos duros. Son mazazos primarios, que se ven venir, que debieran no importar de puro previsibles. Pero hacen daño y el suelo se derrumba, y, una vez más, el joven vence al viejo, el fuerte al astuto, el naturalismo a la realidad.El final cut lo es todo en Hollywood, donde el profesionalismo es norma y el peor actor baila claqué y canta aceptablemente. Pero en Europa no se puede creer que "lo arreglaremos en el montaje porque ya es demasiado tarde. Al director se le concede el privilegio de la autoría, pero a cambio de un control estricto de todo, de vigilar aquellas parcelas que, en buena lógica, debieran ser rutinarias para él, ya que un nivel satisfactorio debería quedar asegurado por el responsable de cada área.

Y en Ladrones en la noche dichos responsables no se han adaptado a la manera de trabajar de Fuller y a éste le ha sucedido lo mismo con ellos.

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