La atracción de la nueva tierra
Arquitectos, médicos y pedagogos, en busca de una revulsiva experiencia vítal
Luis Suárez-Carreño dice que lleva en el cuerpo el mismo miedo que el día que se casó. Ahora vuela sobre el Atlántico hacia una aventura de la que conoce muy pocas cosas: aterrizará en Managua, tiene un contrato válido hasta el 31 de diciembre, cobrará 250.000 pesetas al mes y le esperan en el Ministerio de la Vivienda de Nicaragua.En su boda hubo varios testigos. Hoy no ha querido que hubiera nadie en Barajas para despedirle. "Me apetecía mucho ir a Nicaragua. Me interesa vitalmente. Creo que desde el punto de vista social e ideológico es un país donde merece la pena estar en estos momentos. Es otro mundo, otro planeta, con una onda cultural completamente diferente a la que vivimos en Europa". Luis es arquitecto urbanista. Ha trabajado en la elaboración del Plan de Madrid y ha colaborado desde la comunidad madrileña en la revisión de planes de urbanismo de varios municipios. Su especialidad es la más solicitada de los arquitectos. No tiene dificultades de empleo. Tampoco milita ya en el partido de izquierdas que ahora le hubiera enviado como brigadista para luchar sobre el terreno en la defensa del sandinismo. Sus estímulos son diferentes, aunque sí le quedan posos idealistas para empujarle hacia esta aventura que comienza hoy.
Sabe, por sus contactos con el Instituto de Estudios de Administración Local -que ha gestionado su selección a través del ICI-, que Nicaragua necesita expertos de su clase para poner orden donde no hay normas. "En planificación urbanística parten prácticamente de cero. El Estado apenas interviene en la gestión real y fiscalizadora, porque el urbanismo se ha desarrollado al albur de la especulación y los asentamientos improvisados de las inmigraciones campesinas". Su trabajo como experto pionero del ICI nada más llegar consistirá en elaborar un informe-retrato sobre el estado del planeamiento, su referencia con los objetivos del Gobierno nicaragüense y un cálculo sobre el número de cooperantes españoles necesarios para ejecutar el plan de trabajo.
Luis cree poder llegar a cumplir un año de estancia en Nicaragua, "un país donde existen bolsas de pobreza muy grandes, donde hay mucha miseria y donde buena parte de sus escasos recursos se destina a gastos militares". Con esa perspectiva, que conoce a través de brigadístas españoles ya de vuelta, Luis mantiene su entusiasmo sin ningún matiz expresivo. Pero un entusiasmo, eso sí, reforzado por la seguridad de que "los nicaragüenses nos reciben emocionados a los españoles, y eso suple cualquier inconveniente".
Gerardo Hernández Les, 43 años, y Rafael Ruiz de Lira, de 30, ya habrán superado el primer choque horario con su nuevo destino en Honduras. Los dos partieron al mediodía del 1 de agosto, en plena vorágine de inicio de vacaciones en el aeropuerto de Barajas. No les gusta este tipo de adioses. Elisa Valderrama, la compañera de Rafael, lloraba de pena, y también de esperanza. Ha solicitado plaza de cooperante como especialista en educación, la parcela que va a cubrir Rafael áurante su estancia en Honduras en las mismas condiciones que Luis y Gerardo. Ella es catedrática en un instituto de Alcalá de Henares, pero conoce muy bien Latinoamérica, donde su padre trabajó varios años como enviado cualificado de la Unesco. Mientras acaricia la idea de seguir compartiendo su vida y su trabajo con Rafael en los lugares donde pasó su infancia, frena la irrupción de llanto para atender mejor a la explicación de los grandes proyectos que los viajeros se llevan en las maletas que acaban de embarcar.
Un reto profesional
Gerardo olvidará por un año sus viejas batallas al frente de la secretaría de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública. En el ambulatorio de la Seguridad Social de Madrid donde ha ejercido de médico le han concedido excedencia especial en activo por cinco mei;es, durante los cuales colaborará, junto a otros dos expertos españoles, en identificar las carencias más agudas de la sanidad hondureña, analizar los recursos humanosy técnicos con los que cuentan y establecer el marco de la cooperación hispano-hondureña en lo que afecta a la salud pública y su promoción. Para este médico, no identificado con ningún partido político, aunque escorado hacia los planteamientos del socialismo, la experiencia hondureña es un reto profesional por encima de otras consideraciones. Aunque está divorciado; la aventura personal apenas cuenta, frente a la perspectiva de una oportunidad para poder desarrollar unas ideas que tanto ha defendido en polémicas y discusiones de papel.A Rafael Ruiz de Lira (Calzada de Calatrava, Ciudad Real) le brilla la cara de emoción. No puede creer que le haya llegado el momento de contrastar las reflexiones que ha escrito en varios libros sobre el descubrimiento de América. Estudió Historia, como Elisa. Una historia canalizada descaradamente hacia América. Rafael comparte sus amores entre la parte de este continente que habla español y la pedagogía. Nada más acabar sus estudios, montó con Elisa un taller de artes plásticas gratuito para los niños del barrio donde viven. A partir de ahí y sobre todo del contacto que estableció con los padres de esos niños, su interés se volcó en ellos. Ha sido coordinador del área de educación de adultos en la Universidad Popular de Leganés, un anticipo minúsculo de lo que va a encontrar en Honduras, donde el índice de analfabetismo ronda porcentajes superiores al 60% de la población. En esa circunstancia, Rafael (cara de misionero) dudará qué le cautiva más, si reducir esos porcentajes o tener la oportunidad de convivir con los mayas, aquella vieja civilización, tan viva hoy como marginada.
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