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China acentúa su presión sobre Hong Kong

Londres y Pekín mantienen negociaciones decisivas sobre el futuro de la colonia

Soledad Gallego-Díaz

Las negociaciones entró China y el Reino Unido sobre el futuro de Hong Kong han entrado en una fase crítica: sólo faltan dos meses escasos (la fecha tope es el 30 de septiembre) para que Pekín, con el acuerdo de Londres o sin él, anuncie el plan de recuperación de la colonia. Las conversaciones, que han tenido 19 rondas, se empantanaron en la última sesión en el capítulo referente a las garantías que ofrece China para el autogobierno de la colonia partir de 1997, fecha en la que la soberanía revertirá a la República Popular.Este problema y la exigencia de Pekín de entrar a formar parte de alguna forma en la administración, antes incluso de esa fecha, son los dos temas esenciales que, presumiblemente, está tratando el secretario del Foreign Office, sir Geofirey Howe, en su visita de una semana a Hong Kong y Pekín. A su regreso a Londres, pasado mañana, Howe, actualmente en Pekín, informará a la primera ministra, Margaret Thatcher, de que el Gobierno británico tendrá que adoptar una decisión: respaldar o no el comunicado de septiembre,

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Un enclave capitalista

Uno de los principales puntos de enfrentamiento parece ser el plan preparado por el gobernador de la colonia, sir Edward Youde, según el cual Hong Kong se autogobernaría a través de organismos elegidos no por sufragio universal, sino por colegios electorales y corporaciones. El plan fue hecho público la semana pasada y sólo mereció un escueto comentario informal de Pekín: "No nos consideramos comprometidos por proyectos unilaterales británicos".

Sir Geoffrey Howe intenta presionar para que China concretice más sus propios planes. Londres se queja de que las autoridades de Pekín se limiten a asegurar que Hong Kong disfrutará de una Categoría especial y que conservara su propio sistema financiero y económico, así como judicial. No está claro, sin embargo, afirman en el-Reino Unido, cómo se gobernará el territorio ni qué papel jugarán los funcionarios enviados o seleccionados por, Pekín. El Gobierne, británico desea que el acuerdo final incluya una detallada descripción de las instituciones políticas y económicas con que contará la colonia a partir de 1997. Si no fuera asi -amenaza- el Reino Unido podría negarse a firinarel comunicado.

Una nueva crisis

La momentánea crisis entre Londres y Pekín no es la primera en la ya larga historia de las negociaciones sobre Hong Kong. Los contactos se iniciaron en octubre de 1982 de la peor forma posible, tras una visita de Margaret Thatcher que hasta los propios comentaristas británicos calificaron de "desastrosa". La primera ministra llegó a Pekín cuando acababa de recoger los laureles de la guerra de las Malvinas y cometió un error garrafal: pretendió tratar a los líderes chinos con el mismo rasero. Sus entrevistas con Deng Xiaoping y con Zhao la desconcertaron tanto que hasta llegó a caerse por las escaleras del Gran Palacio del Pueblo, según comentaron irónicos periodistas de Hong Kong. Thatcher enfureció innecesariamente a los dirigentes Chinos afirmando que el tratado por el que Hong Kong pasó a manos británicas es válido internacionalmente y sugiriendo que el Reino Unido tiene una responsabilidad hacia el pueblo de Hong Kong. "Pocas veces en la historia colonial británica una sola persona ha hecho tanto daño a los intereses de tantas personas en tan poco tiempo", escribió el corresponsal inglés David Bonavia.

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La desastrosa intervención personal de Thatcher provocó el pánico en medios financieros de Hong Kong y obligó al Foreign Office a iniciar una paciente labor de recomposición de los canales de diálogo que habían quedado rotos Los diplomáticos británicos se dieron cuenta inmediatamente de que había desaparecido cualquier posibilidad de prolongar la presencia del Reino Unido en Hong Kong a partir de 1997. Hasta ese momento Londres había acaricia do la idea de lograr una prórroga del tratado de cesión de los Nuevos Territorios (que suponen más de las tres cuartas partes de la superficie total de Hong Kong) a cambio de prometer la devolución completa de la colonia y de reconocer la soberanía de China sobre el cien por cien del territorio.

Una carta posterior de Thatcher, dando marcha atrás, permitió el inicio de las conversaciones, pero los contactos iniciales resultaron muy tirantes y poco fructíferos. Sólo a primeros de este año Pekín comenzó a calificar las negociaciones de "constructivas y útiles".

La diferencia consistía en que Londres había dado por cerrada la discusión sobre la soberanía. Hong Kong pasaria a manos chinas el 30 de junio de 1997 y el Reino Unido no exigiría ningún papel en su administración.

La confirmación oficial del cambio de la postura británica llegó el pasado mes de.enero, con motivo de la primera visita de Howe a Pekín y a Hong Kong. El secretario del Foreign Office reconoció públicamente que "no es realista creer que es posible un acuerdo que garantice de alguna forma nuestra presencia aquí una vez que expire el tratado de cesión". El Gobierno británico -explicó- pretende lograr a través de las negociaciones una amplia autonomía para Hong Kong y garantías de que seguirá disfrutando de su actual nivel de vida.

Howe admitió que no se había encontrado ningún sistema para pulsar la opinión de los habitantes de la colonia, 5,5 millones de personas, de las que solamente unas 20.000 tendrán derecho a instalarse en el Reino Unido tras la devolución. Hong Kong cuenta con dos Consejos -ejecutivo y legislativo- designados directamente pero China no los reconoce como representantes de los habitantes de la colonia (en su 90% de raza china), sino de los intereses de la metrópoli.

Último intento al más alto nivel

La propia primera ministra se asesora sobre el "estado de ánimo" de Hong Kong a través de un comité de nueve ricos magnates, entre ellos el poderoso sir Y. K. Pao, el armador más importante del mundo, que suele acompañar al gobernador Youde cuando visita Londres. Difícilmente puede el Reino Unido exigir a China que instaure un sistema democrático occidental en Hong Kong a partir de 1997, cuando en casi dos siglos de dominio inglés la colonia no ha disfrutado de nada semejante.

La visita del secretario del Foreign Office supone un último intento, al más alto nivel, de limar las asperezas y lograr un acuerdo que asegure "la prosperidad y estabilidad" de Hong Kong, objetivo perseguido tanto por Londres como por Pekín y por idénticos intereses de índole económica. No en balde la colonia es el tercer centro financiero del mundo y una de las principales puertas de acceso al impresionante mercado chino. El fracaso de las conversaciones no incidiría en el hecho fundamental -Hong Kong pasaría de cualquier forma a manos chinas en 1997-, pero tendría repercusiones no deseadas por ninguna de las dos partes.

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