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Fracasa la sesión negociadora entre España y el Mercado Común sobre los capítulos industrial y agrícola

Andrés Ortega

España, la Comisión Europea y la presidencia irlandesa de la CEE fracasaron ayer en las negociaciones al ver limitados sus puntos de coincidencia al establecimiento de otro "preacuerdo" en el que se establece el principio de períodos transitorios de siete años para la industria y para la agricultura. Este aspecto, que en todo caso habrán de ratificar todos los Estados miembros no significa, según el ministro español de Asuntos Exteriores que la sesión de negociación haya sido inútil. "Hay desbloqueo político pero queda todo lo demás", señaló Fernando Morán, quien ahora considera necesaria una gira de los ministros económicos y de él mismo por las capitales europeas para el mes de septiembre, para ablandar las posturas de los diez.

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La Comunidad Económica Europea había rechazo ayer de plano las propuestas formales que había presentado España en materia agrícola y de desmantelamiento de los aranceles industriales. "Estaremos horas, horas y horas defendiendo los criterios esenciales para los intereses españoles", señaló Manuel Marín, secretario de Estado para las Relaciones con la CEE, en el curso de las cinco horas que duró la sesión de negociación.Marín estaba indignado. En efecto, el jefe de la delegación española, Fernando Morán, llegó puntual a la cita de las 11.00 de la mañana. Tres horas tuvo que esperar en la antesala, antes de comenzar la sesión de negociación acudiendo a bocadillos para su almuerzo. "Intento de desgaste psicológico", señaló un negociador español.

Contactos técnicos

La sesión plenaria con los 10 ministros de Asuntos Exteriores fue breve pues estaban alejadas las posiciones. Así, se volvió al sistema triangular e informal de negociación para intentar lograr un acuerdo también informal sobre agricultura e industria. El texto final poco aporta de nuevo en las cosas concretas. Morán reconoció que la presidencia irlandesa de la CEE no pudo cambiar de posiciones pues no tenía mandato de los otros diez para ello. El texto acordado será ahora remitido a los embajadores de los diez y luego al Consejo de Ministro de la CEE. La cita es pues para septiembre aunque habrá en la segunda quincena del mes de agosto contactos técnicos.En este texto la Comunidad insiste en que España le suministre los datos de su reestructuración siderúrgica. España se ha comprometido para hacer un esfuerzo y cumplir esta petición en septiembre. España presentó, como se señalaba ayer, un documento sobre agricultura y otro sobre industria que poco antes de empezar la sesión pidió la CEE a los españoles que formalmente lo retirasen, considerando que era un paso atrás respecto al preacuerdo logrado el 20 de junio en Luxemburgo entre España y la entonces presidencia francesa, preacuerdo que ha dado lugar a interpretaciones divergentes.

En el documento industrial, España pedía un desarme arancelario de siete años, más lento al principio que al final. La CEE ha aceptado los siete años pero no hay acuerdo aun sobre lo más importante, es decir el ritmo del desarme. España además consideraba que los productos con elevados aranceles no merecían un desmantelamiento más rápido que los demás. La CEE acusó a España de desdecirse en este terreno preciso del preacuerdo de Luxemburgo. A esto España replicó sacando sobre la mesa los altos aranceles que impone la CEE a la importación de algunos productos españoles, especialmente las conservas.

Peticiones españolas

En materia agrícola, España pidió siete años para la aproximación de precios y ayudas y 10 años para un control especial del comercio bilateral y para la cláusula de salvaguarda.España tiene un sistema de contingentes a la importación de productos continentales en los que es poco competitiva. En cuanto a las frutas y hortalizas, España acepta el sistema de "verificación de la convergencia", siempre que cuatro años fuera un máximo para la primera fase y no un plazo fijo.

España pidió además que la CEE definiera cuáles son los productos hortofrutícolas sensibles para la Comunidad, considerando que los cítricos no deben entrar en el sistema de fases para la transición. España pide además que se supriman las discriminaciones arancelarias a los productos españoles que entran en la CEE, frente a países como Israel o Marruecos.

Todas estas propuestas fueron rechazadas por la CEE. "El ajuste de posiciones va a ser difícil", declaró Morán, para el cual "entramos en lo concreto. Pero en el tema agrícola "no fue posible ir más allá de los principios establecidos en Luxemburgo a causa de las posiciones muy duras por parte de la comunidad, faltando además las propuestas comunitarias en materia de vino y de aceite de oliva".

En cuanto a los temas pendientes en el capítulo de asuntos sociales la CEE no quiso entrar en el tema, a pesar, como en los agrios de que el comisario Lorenzo Natali habría prometido defender las tesis españolas. Los españoles se sintieron desengañados.

La CEE presentó a España una declaración sobre el capítulo institucional en el que se ofrece a España un estatuto de país intermedio. Morán declaró que España podría obtener algo más de los 58 diputados del Parlamento Europeo que se le ofrecen, aunque consideró más difícil conseguir más de los ocho votos que se le atribuye a España en el Consejo de Ministros de la CEE (los países grandes disponen de 10 votos y los medios de cinco), pero esta declaración comunitaria carecía de una posición sobre lo más importante: la ponderación de los votos para las decisiones por mayoría en el Consejo. Bélgica quiere un nivel menor que los otros nueve. La CEE ofrece asimismo participar en el Banco Europeo de Inversiones con un capital equivalente a 140.000 millones de pesetas, con un desembolso inicial de un 10%. El ingreso de la peseta en el ECU (unidad de cuenta europea) queda, en principio, relegado a 1990.

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