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Dos de los sacerdotes españoles expulsados acusan al Gobierno de Nicaragua de acosar a la Iglesia

"Nuestra expulsión de Nicaragua sólo es un paso más del acoso al que se halla sometida la Iglesia católica por parte del Gobierno sandinista, declararon ayer en Madrid Francisco San Martín y Vicente Caudell, dos de los cuatro sacerdotes españoles expulsados de Nicaragua el pasado día 9, junto a otros seis religiosos extranjeros. El hecho ocurrió tras la celebración de una manifestación de solidaridad con un sacerdote nicaragüense, Luis Amado Peña, acusado de realizar actividades terroristas.

"Nuestra única culpa es la de mantenernos unidos y fieles a nuestra jerarquía y escapar a los deseos del Gobierno sandinista de mantener un control absoluto sobre todos los aspectos de la vida del país", declaró Caudell, escolapio valenciano, con un acento profundamente marcado por 26 años de estancia, casi ininterrumpida, en Nicaragua."Tenemos razones para creer que nuestra participación en la marcha sólo fue un pretexto para llevar a cabo una decisión que ya había sido tomada hace tiempo", añadió San Martín, diocesano, que deja Nicaragua tras 16 años de permanencia en este país.

Según San Martín, el objetivo de la marcha, que se desarrolló poco antes de celebrar una misa con Peña, fue el de forzar a las autoridades nicaragüenses a que se definieran en el caso de este religioso, que, "aunque digan lo contrario, se halla detenido de hecho".

"La Iglesia siempre ha sido perseguida en Nicaragua", declaró Caudell, que fue acusado de ser comunista, amenazado de muerte y expulsado del país en tiempos de la dictadura somocista. "Sin embargo, ahora nos enfrentamos con al problema de la confusión creada en el pueblo por la existencia de dos Iglesias, la del Papa y los obispos, que no se pliega a las consignas de ningún partido, y la de los que son fieles al Gobierno y rebeldes a la Iglesia".

Falsa imagen

Según ambos, los tres sacerdotes miembros del Gobierno nicaragüense se "aprovechan de una imagen sacerdotal falsa para servir como tapadera a la persecución solapada de que está siendo objeto la Iglesia católica en este país"."La razón de nuestra expulsión es que la Iglesia ha adquirido en este país una fuerza que el Gobierno no puede controlar; lo que no se tolera no es lo que decimos desde los púlpitos, sino la influencia de nuestra labor evangelizadora entre los jóvenes y los estratos más humildes de la población", declaró San Martín.

"Yo no quiero la vuelta de un régimen capitalista como el anterior a la revolución sandinista, pero lo que existe en este país no es un socialismo en libertad, añadió Caudell.

Ambos sacerdotes manifestaron su deseo de volver a Nicaragua porque consideran que "es hermoso trabajar en un país donde existe una definición de postura eclesiástica tan clara, propia de toda Iglesia perseguida".

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