El embalse del Pas, un crimen ecológico
Desde 1977 se viene rumoreando sobre la posibilidad de un embalse en el valle del Pas, que se pretende justificar por las necesidades de agua de la ciudad de Santander en un futuro lejano. El estudio se ha llevado y se lleva a cabo sigilosamente, hasta el punto de que la polémica no saltó a la Prensa hasta el verano pasado. Sus responsables no facilitan información y el Gobierno de Cantabria no se ha definido en un tema tan impopular. La autorización para el estudio data del 17 de julio de 1982, y esta primavera el alcalde de Santander anunció la construcción de un embalse de regulación en el valle del Pas, financiado por el MOPU, con un presupuesto de 3.000 millones de pesetas. Desde entonces, las protestas se acumulan en la Dirección General del Medio Ambiente que, mientras no salga la ley del Medio Ambiente, está imposibilitada para actuar. Y la poderosa Confederación Hidrográfica sigue adelante con el estudio que quiere finalizar para octubre y convertirlo en proyecto definitivo para finales de año. Mientras tanto, la electrificación rural de la zona está detenida, dando por hecho el pantano. Hablando con, el responsable del estudio, en Santander, me decía que yo tenía que comprender lo importante que era para un ingeniero firmar una obra de esa envergadura (50 millones de metros cúbicos de agua), pero que a pesar de todo se estaban considerando capacidades inferiores (hasta los 17 millones): estas alternativas representaban, respectivamente, diques de 50 metros de altura, con seis kilómetros de bosque inundados, o de 30 metros, con cuatro kilómetros de bosque inundados.Para los que no conocen bien Cantabria, la tierra del Pas está formada por un conjunto de valles por los que discurren los ríos Pas y Miera, con sus afluentes, con pendientes de 1.000 metros en tramos de menos de 15 kilómetros. En estos valles encajados tienen su hogar los pasiegos. Ocupan los ayuntamientos de Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera, y se dispersan porparte de los de Selaya, Soba, Luena y Espinosa de los Monteros. El aislamiento fisico y la marginación social han permitido que se conserven hasta hoy como una población transhumante que sigue las rutas de sus animales a lo largo del ciclo estacional. Los veranos en la gran altura -las branizas-, las primaveras y los otoños en las zonas intermedias de pasto y los inviernos en la falda de las montañas -en casas vividoras-. Susan T. Freeman ha estudiado la transhumancia tradicional de los pasiegos, pero Terán observa una mayor sedentariz ación, que ha sido determinada en parte por la sustitución de la vaca pasiega -análoga a la de Jersey y Guarnesey-, que estaba adaptada a su entorno ecológico, por la holandesa Holstein, que necesita otro medio (la sustitución se realizó a principios de este siglo).
Toda la vida de los pasiegos gira en tomo a la transhumancia, y así ha sido durante siglos. Han conservado sus costumbres y su habla. La cultura pasiega incluye recetas culinarias (como el sobao y la quesada), trajes típicos, deportes (como el salto o los bolos), bailes (como la jota pasiega), ritos (como la algarabía o las marzas), etcétera. Estos rasgos culturales son conocidos en todo el mundo. La etnia pasiega ha suscitado el interés de una pléyade de investiga dores: entre ellos, Terán (1947), Menéndez Pidal (1954), García Lomas (1960), Penny,(1969), Leal (1972), Freeman. (1979) -por citar sólo los más recientes-. Los artistas e intelectuales pasiegos incorporados a la cultura central han aportado su peculiar visión y acción desde una perspectiva marginal. Por ejemplo, el fundador del Partido Republicano, Ruiz Zorrilla, era pasiego de San Pedro del Romeral.
Encierro total
Los pasiegos han ocupado esas tierras desde muy antiguo. La primera fuente escrita data de 1011. En esa fecha, el conde don Sancho de Castilla donó los montes del Pas -enclavados en la jurisdicción de Espinosa de los Monteros- al monasterio de Ofia. Durante siglos, hasta 1790, los pasiegos tienen que litigar con Espinosa para conseguir su libertad. En esa fecha compran su independencia y se constituyen como ayuntamientos.
En 1915 se estableció en La Penilla la sociedad Nestlé. Desde entonces la economía pasiega se resiente. Ellos, que habían comerciado autónomamente con sus productos, tienen que canalizar sus ventas a través de la multinacional. Les pagan hoy por el litro de leche 31 pesetas, y esteprecio se dobla para el consumidor después de 40 kilómetros de transporte y una sencilla pasteurización. Las producciones agrícolas alternativas y la industria han desaparecido, y la emigración se ha acentuado.
El posible pantano o presa de regulación aislaría mucho más la zona, la comunicación entre los valles -teniendo en cuenta el trazado de las nuevas carreteras previstas para sustituir a las que fueran anegadas- se haría muy difícil. Como la comunicación con Burgos es imposible en invierno -por el clima-, el gueto sería total. La transhumancia a las zonas bajas no se podría realizar y los pasiegos tendrían que emigrar en su mayoría. La humedad, ya grave, aumentaría, notablemente: no olvidemos que a 17 kilómetros de San Pedro del Romeral hacia el Norte existe ya el pantano del Ebro.
Y cómo no hablar del coste paisajístico. Estos paisajes han sido inmortalizados por Casimiro Sainz, Agustín Riancho (pasiego), Polanco, Pedrero, Campuzano, etcetera. De ellos diría Unamuno, a su paso por estos valles, "es un paisaje musical, pero de una música litúrgica, gregoriana, de pocas notas y ellas de órgano". Aunque en las zonas altas, por debajo de las cumbres,-las hayas y los robles han sido sustituidos por praderías, las laderas bajas, las hondonadas y los márgenes de los arroyos están cubiertos todavía por un bosque mixto que en las proximidades del río se toma exuberante. Por su aislamiento y formas de vida, los pasiegos conservan un entomo en equilibrio dinámico con la población que soporta (unos 5.500 habitantes). No se utilizan insecticidas y muy pocos fertilizantes artificiales. Ese equilibrio sería destruido por cualquiera de las versiones de la presa que se pretende construir y por las nuevas carreteras.
Y todo, ¿para qué? Para llevar agua a Santander y otras poblaciones -dicen-. El Instituto Geológico y Minero acaba de publicar dos vastos informes en los que pone de relieve la gran disponibilidad y la calidad del agua subterránea en Cantabria. ¿Por qué seguir especulando con una presa, con un objetivo que no existe y con un gran coste ecológico? La Prensa local de Santander (Alerta, 10 de mayo de 1984) encuentra la explicación en los grandes intereses que pondrá en juego un presupuesto de 3.000 millones de pesetas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Santander
- II Legislatura España
- Artistas
- Aguas residuales
- MOPU
- Impacto ambiental
- Opinión
- Frutos secos
- Gobierno de España
- Federalismo
- PSOE
- Política ambiental
- Residuos
- Cantabria
- Ministerios
- Productos agrarios
- Legislaturas políticas
- Saneamiento
- Salud pública
- Partidos políticos
- Ayuntamientos
- Comunidades autónomas
- Gasto público
- Finanzas públicas
- Agricultura