Cogida menos grave de El Soro
El Soro recibió a su primer guardiola lanceándole hacia los medios y cuando remataba a una mano, sufrió la cogida. El toro le enganchó de lleno, le volteó, en el suelo volvió a meterle el pitón, y ahí le hirió.Manzanares lidió ese toro, que era uno de los de menos envergadura que tuvo toda presencia, casta y dificultades. Manzanares también estaba herido; el primero le tiró un derrote a la axila en un pase de pecho. Tomás Campuzano, en el segundo, había visto de cerca la cornada.
Toda la corrida resultó emocionante. Los toros marcaban la pauta: eran distintos entre sí, tanto por presencia como por temperamento. Hubo tres aparatosos, que rondaban los 600 kilos: primero, quinto y sexto. Los picadores actuaron tan harteramente como siempre, pero las cuadrillas de a pie lo hicieron mejor que otras ocasiones, y con los palos se lucieron Guillermo de Alba y Corbelle, que saludaron montera en mano
JOAQUÍN VIDAL Pamplona ENVIADO ESPECIAL
Plaza de Pamplona. 9 de julio. Tercera corrida de feria. Toros de Salvador Guardiola, desiguales de presencia pero con trapío y casta. José Mari Manzanares. Estocada trasera (algunos pitos). Bajonazo descarado (pitos). Media baja a paso de banderillas (protestas). Pasó a la enfermería. Tomás Campuzano. Estocada (dos orejas). Pinchazo, otro hondo y dos descabellos (vuelta). Pinchazo hondo caído, estocada corta baja y tendida, y descabello (vuelta). El Soro. Cogido por su primero. Partes facultativos. El Soro sufre cornada de doce centímetros que diseca músculos del tensor de la fascia lata y gluteo medio; pronóstico menos grave. Manzanares sufre herida de ocho centímetros en la axila derecha ;pronóstico leve.
Los diestros se mostraron muy decididos. Corridas así, como la de ayer -que en realidad no fue de las que podíamos llamar buenas- son las que hacen afición. Las peñas metieron menos ruido que en tardes anteriores, porque les interesaba lo que sucedía en el ruedo. Con Tomás Campuzano se entregaron, pues el torero de Gines se había entregado antes y merecía las aclamaciones que le dedicaron.
Por estatuarios, en los medios, citando desde lejos, dejando llegar y aguantando derecho como una vela la fuerte embestida, inició Campuzano su primera faena. El toro le pegó un gañafón impresionante, que hizo girones la taleguilla y el torero no rectificó ni un milímetro. Ni siquiera se miró. Continuó instrumentando estatuarios y luego siguió por redondos y naturales. Su toreo no era hondo, pero sí valeroso, y cuando al final se adornaba con ayudados y cambios de mano, tenía ganado el triunfo, que fue clamoroso.
Estuvo muy torero Campuzano toda la tarde. Siempre impecablemente colocado en la lidia, toreó bien a la verónica, hizo faenas porfionas y tesoneras. En la del sexto, que poseía nobleza, instrumentó unos trincherazos de alta escuela y después unos naturales de erguida planta, muy relajado, que si los llega a ligar, habrían sido excelentes El triunfo de campuzano ayer en Pamplona es el justo premio a su tenacidad y pundonor, y sobre todo a su torería, que va cimentando en cada actuación.
Manzanares toreó herido y tuvo el detalle de no abandonar el ruedo hasta que acabó con su último enemigo. En el primero, el que le empitonó, rectificaba demasiado los pases. Al que mató en sustitución de El Soro, un escurrido ejemplar, descarado de cabeza y astifino, incierto y probón, lo trasteó con decoro, sin perderle la cara. Al cuarto, gazapón y sin fijeza, le intentó derechazos y naturales, ayudándose con la espada, y pues se le ponía por delante con genio, abrevió. Abreviado que hubo, y aprovechando que el animal doblaba justo pegado a portón de cuadrillas, por ese foro escapó Manzanares con disimulo, a una vez para que le curaran y por librarse de la bronca, que ya se cernía sobre su persona.
El público pamplonés no quiere aliños, aunque la catadura de los toros los demanden. Sin embargo, es justo reconocer el mérito de los toreros, que despacharon una corrida astifina, dura y con problemas. Hasta El Soro, en las pocas ocasiones que tuvo para intervenir, se lució en un combinado de navarras, farol y serpentina, que celebró el graderío.
Según es habitual, a los toros les faltó fuerza, sin embargo imponían la emoción de su casta, y ese fue el interés permanente que tuvo su lidia. Los guardiola reafirmaron la categoría de la feria del toro.
Babelia
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