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FERIA DEL TORO DE PAMPLONA

La fiesta del ruido

Las corridas siempre tienen algún pasaje digno de ser escuchado. Naturalmente, hay que escucharlo en silencio. Esto es inimaginable en Pamplona, la fiesta del ruido. Desde, que las peñas. irrumpen en el tendido, hasta que lo abandonan, el ruido lo llena todo, y esa es la fiesta.Lo que suceda en el ruedo ya importa menos. Frecuentemente, el ruido del tendido y sus movimientos, que pueden ser de vaivén, de ebullición e incluso migratorios, nada tienen que ver con la lidia. Así ocurrió ayer. Lo del tendido, su alegría, sus canciones, sus gritos, su bullicio, nada tenía que ver con la corrida. También es cierto que, en las dos horas y cuarto que duró la corrida no hubo pasaje alguno digno de ser escuchado. Salieron toros que más eran torazos, y exhibían su catadura de mansos. Salieron unos animosos toreros a pegar pases, y ninguno tenía relieve bastante para hacer callar a la multitud o para despertar su atención.

Plaza de Pamplona

7 de julio. Primera corrida de feria.Toros de Alonso Moreno, de gran presencia, mansos. Dámaso González. Dos pinchazos, estocada corta y dos descabellos (silencio). Dos pinchazos, media estocada tendida y descabello (silencio). Roberto Domínguez. Pinchazo y estocada corta (silencio). Dos pinchazos y media y baja atravesada (silencio). El Bayas. Pinchazo delantero y estocada delantera caída (vuelta con protestas). Dos pinchazos, media y descabello (palmas).

Transcurría la fiesta con permanente divorcio entre el toreo y el público. Mala cosa, pues el éxito o el fracaso de una corrida se sustancia en el ensamblaje de tres categorías: el toro, el torero y el público. Ahora bien, cada cual hacía lo que podía para divertirse. Los de luces, por ejemplo, pegar derechazos. Los de cornamenta y zaina capa, berrear, huir de la quema y barbear tablas. Los de sol, esponjarse bien esponjados de champán. Los de sombra, en tanto, no sabían dónde mirar, porque lo del ruedo no merecía demasiado la pena y lo del tendido de sol es fiesta para participar en ella.

De pronto, un perol se te pegaba al codo y un mozo te ofrecía bonito con pimientos bien metidos en aceite, con su correspondiente barra pan de medio metro y navaja para servirse. Como de otro perol con ajoarriero que anticipó los mil yantares sanfermineros ya le habías pegado tiento, procedía excusarse: no, gracias; es que no ando bien del estómago ¿sabes?". Pero no te valía, pues respondía el mozo: "¡el bonito con pimientos es lo mejor del mundo para el estómago!".

Salían grandes los toros, uno de 641 kilos; salían mansos, uno aconchándose por el portón de chiqueros. El segundo, con casta tremenda además, que obligó al banderillero Aurelio Calatayud a pasar en falso, huir reduciendo su fondillo a superficie rasa y brincar precipitadamente la barrera mediante una impresionante cabriola, para aterrizar en el callejón de coronilla. Maravilloso. "¡Que lo repita!", pedía la gente.

Los tres espadas muletearon voluntariosos, intentando aprovechar las poco aprovechables embestidas, cuya mayor carencia era la calidad. Dámaso dio muchos pases de su marca, aunque estaba claro que no conseguía motivarse; Domínguez puso en los trasteos toques de su singular finura; El Bayas, con evidentes deseos de agradar, no templaba.

Ni oles, ni pitos: las peñas cantaban el Mama Inés. Pero hubo un momento mágico en que lidiadores y público llegaron a confraternizar. Fue cuando decidieron colaborar en la recogida de almohadillas. Antes de salir el sexto toro, medio ruedo estaba cubierto por almohadillas, pan y otros objetos diversos, como bonito con pimientos. Los toreros pidieron ayuda a las peñas, saltaron mozos y, entre todos, dejaron expedita la arena. Se ovacionaron mutuamente y esa fue la ovación de la tarde. Había funcionado, una vez más, la solidaridad sanferminera, y complació especialmente, pues para hoy se anuncian incidentes, que podrían afectar al desarrollo de las fiestas. Algunos mozos de algunas peñas quieren suspender la corrida.

Malestar con Julio Aguirre

En los ambientes taurinos pamploneses hay un serio malestar con Julio Aguirre, el ganadero cuyos toros debieron lidiarse ayer, y que fueron rechazados por la autoridad, a causa de que dos de ellos tenían reinarcado el hierro y el número. También había presunto falseamiento de la guia que acompaña a las reses. Muy posiblemente el ganadero Aguirre, que precisamente es navarro, no vuelva a lidiar sus toros en la feria de Pamplona.

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