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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Polonia, sin apertura

LAS ELECCIONES municipales y regionales que han tenido lugar el mes pasado en Polonia han sido presentadas por el Gobierno del general Jaruzelski como un gran éxito para su régimen y como una derrota rotunda para la organización clandestina de Solidaridad, que había llamado a la abstención. El porcentaje anunciado de un 75% de votantes permite, en efecto, una interpretación favorable, si se compara con lo que ocurre en Occidente. Sin embargo, y es la tesis de Solidaridad, en las elecciones anteriores de 1978 la participación fue del 98,71% por tanto, esta vez los resultados no se parecen a las regias vigentes en los otros países del Este y unos siete millones de ciudadanos no han votado, lo que puede reflejar el impacto de las consignas abstencionistas. En todo caso, el triunfalismo del Gobierno ha sido sin matices; han proclamado que la oposición queda reducida a un fenómeno secundario y sin importancia. Ello ha dado lugar a rumores bastante extendidos en el sentido de que el general Jaruzelski se prepara a tomar ciertas medidas aperturistas, que puedan mejorar su imagen en el extranjero. Pero, hasta ahora, los hechos no confirman una evolución de ese género.En el plano sindical, los dirigentes clandestinos de Solidaridad, que siguen actuando a pesar de algunas detenciones, mantienen una posición nada maximalista; se muestran dispuestos a buscar un compromiso con el poder, a condición de que éste legalice, en primer término, el pluralismo sindical en las empresas; para que luego las estructuras sindicales no estatales puedan coordinarse a nivel regional, y en una etapa ulterior nacional. Este proceso permitiría a Polonia acercarse a las exigencias de los convenios internacionales en esta materia. Hay que tener en cuenta que una encuesta de la Organización Internacional del Trabajo, con sede en Ginebra, acaba de condenar severamente a Polonia por las violaciones de la libertad sindical. Es un hecho particularmente duro para un Estado que pretende encamar el poder de los trabajadores, y que busca en esa base su legitimación ideológica. Con las precauciones que adopta siempre en estos casos, la Iglesia presiona para que el Gobierno se decida a tomar ciertas medidas aperturistas. Pero, hasta ahora, Jaruzelski no ha hecho nada.

Hay síntomas, en cambio, de un reforzamiento del monolitismo político e ideológico. El caso más sorprendente es la expulsión del partido comunista del filósofo Adam Schaff, uno de los teóricos marxistas más importantes de nuestra época, miembro del Club de Roma. Defensor de un socialismo democrático y humanista ya en los años sesenta, ha sido en cierto modo un precursor de lo que luego se llamó eurocomunismo. Fue eliminado de sus cargos de dirección en la etapa de predominio del antisemitismo en el comunismo polaco; pero siguió realizando sus trabajos teóricos, publicando sobre todo en el extranjero. Schaff ha sido un pensador crítico, pero dentro del sistema. Nunca un disidente. En el último período, y enfrentándose incluso con muchos de sus amigos, defendió para Polonia la solución Jaruzelski, considerando que evitaba males mayores. Por eso su expulsión ahora es difícilmente comprensible. La revista soviética Cuestiones de Filosofía, despues de años de silencio, ha atacado las concepciones de Schaff, diciendo que son "ideas típicas del arsenal burgués y reformista". Desde principios de año se impidió a Schaff publicar en Polonia; y ahora se le expulsa del partido. Parece como si la sumisión de Jaruzelski a los guardianes de la ortodoxia de Moscú le obligara a sancionar a una personalidad cuya actitud, hoy por hoy, le convenía.

Dentro de una semana, el 13 de julio, está anunciado el juicio contra los dirigentes del Comité de Autodefensa Social (KOR) Kuron, Michnik, Wujec y Romaszewski. Se trata de hombres que han desempeñado un papel esencial en la lucha contra el estalinismo, contra las corrupciones y deformaciones del llamado socialismo real. Ayudaron de un modo decisivo a impulsar la creación y desarrollo de Solidaridad. Los tres primeros fueron encarcelados en el momento del golpe militar de Jaruzelski en diciembre de 1981; el último pasó a la ilegalidad y fue detenido en 1982, después de haber organizado la radio clandestina de Solidaridad. Son acusados de compló contra el Estado. En realidad, sólo han ejercido el derecho al pensamiento y a la acción política. Muchas mujeres y hombres en el mundo tendrán los ojos puestos en ese proceso; será un momento decisivo para conocer los planes reales del Gobierno Jaruzelski; si es capaz, o no, de escuchar las demandas de apertura de la sociedad polaca y de la opinión internacional.

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