_
_
_
_
Tribuna:El concierto de Bob Dylan en Madrid
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

...Y habitó entre nosotros

Mientras en la calle el elemento más inquietante de los conciertos de cualquier tipo de música, el contingente policial, vigilaba en coche, a pie y a caballo, terrorífico efecto, la agreste barriada vallecana, el deportivo templo destinado a la primera visita de Dylan a nuestro país se fue llenando poco a poco del más heterogéneo de los públicos, en cuanto a edad, aspecto y procedencia social, aunque predominaba una característica fundamental: la pulcritud, algo que se da frecuentemente en las ceremonias litúrgicas. Esto hizo que cuando algún maduro feligrés protestaba airadamente por el calor, la espera y la sed, su mujer le tirara suavemente del brazo, tiernamente avergonzada por el impulso masculino. Corrección y responsabilidad. Todo dentro de un orden.Primero tocaron Minuit Polonia. Conscientes de su dificil papel, desaparecieron rápidamente del escenario, consiguiendo un comprensivo aplauso en agradecimiento a su breve buen hacer. Alrededor de las diez de la noche, Carlos Santana, héroe de bailes añejos, vino a poner la marchita, poco trepidante, con un grupo repleto de percusionistas de color, que conseguían marear a base de solos. Dos raciales e interminables horas oyendo el exótico mensaje de paz, hermandad y armonía del poco imaginativo Devadiv Santana, un lento suplicio.

Más información
Cansados, ofendidos y nostálgicos

Por fin el descanso, a su vez extenuante, para pelear en el bar por alguna cerveza caliente. Y el éxtasis que se anunciaba ya con desmayos y lipotimias. El milagro estaba a punto de producirse, todo el mundo preparaba los mecheros, ridícula costumbre, en previsión de. los ansiados himnos.

Pero, a la 1.05 horas apareció Dylan con atavío de rockero selecto y una excelente banda de apoyo, y fue en este momento cuando el hechizo comenzó a quebrarse. "Este no es mi Dylan", decía alguien. "Parece Bruce Springsteen, pero en aburrido", comentaba otro. "Ni siquiera lleva vaqueros", resumía certeramente una chica mayor. El profeta les había fallado, y la lluvia dura que anunciara antaño no conseguía ahora ni mojarles los pies. Los himnos caían, pero emparedados entre otras canciones, quizá mejores pero desconocidas para la pequeña parroquia española, que comenzaba ya a preocuparse por la hora y a buscar un hueco libre hacia la puerta, deteniéndose para un arrullo cuando sonaban sus recuerdos íntimos.

Afuera, en la calle, era espeluznante escuchar Blowin'n the wind y ver la desnuda y afilada, como un cuchillo, acera de Madrid.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_