Subida de la extrema derecha en Francia y auge comunista en Italia, resultados más destacados en los comicios europeos

La subida de la extrema derecha y el bajón de la izquierda, especialmente fuerte para los comunistas, en Francia, el auge del Partido Comunista Italiano como primer grupo de ese país, la recuperación de los laboristas en el Reino Unido, y quizá el fracaso de los liberales alemanes, fueron ayer los resultados más destacados de las segundas elecciones directas al Parlamento Europeo, unas elecciones en las que no predominó un ardor participativo.

Junto con estos datos, aún estimativos a falta de resultados definitivos, otro dato novedoso es la entrada de los verdes en la Asamblea Parlamentaria de las Comunidades Europeas. Si el mapa político global de la CEE no cambia, sí parecen estar produciéndose cambios importantes en diversos países. En Francia, la lista de extrema derecha, de Jean Marie le Pen, consigue, según las últimas estimaciones de anoche, llevarse un 10,5% de los votos expresados, es decir, sólo 0,4 puntos menos que el Partido Comunista de Francia, que obtiene un 10,9% de los sufragios (16,1% en las últimas elecciones generales de 1981). Los socialistas, con 21,1%, estaban descontentos.Después de todo, con el 37,5% de los votos en 1981, controlan la mayoría absoluta de la Asamblea Francesa. Es, pues, una derrota para la izquierda gobernante. La lista de oposición, que encabeza la ex presidenta del Parlamento Europeo, Simone Veil, lograría un 43%. Lo que, sumado a los votos de Le Pen, daría una mayoría absoluta a la derecha en Francia. Claro, que en estas elecciones ha votado alrededor de un 60% del censo, una participación similar a la de los primeros comicios europeos de 1979, pero inferior a la de otras ocasiones.

En todas las campañas electorales ha faltado el europeísmo, y estas elecciones son consideradas como una prueba para los partidos gobernantes. Ayer se votó en Francia, RFA, Italia, Grecia, Bélgica, Luxemburgo (donde los comicios europeos coinciden con los nacionales). El Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y los Países Bajos lo hicieron el pasado jueves. Así, en el Reino Unido los laboristas arrebatarían 16 escaños a los conservadores, que pasarían de 60 a 44 eurodiputados. Con un durísimo sistema electoral mayoritario, la Alianza Liberal-Socialdemócrata, a pesar de un 21% de los votos, sólo conseguiría un escaño. Los británicos parecen un caso excepcional: menos de uno de cada tres electores ha depositado su voto.

En Italia, con una participación que ronda el 70%, según las primeras estimaciones, el PCI del difunto Enrico Berlinguer se convierte en el primer partido del país, con un 32,5% de los votos. Los democristianos, un 32%. Los socialistas se mantendrían, con un 11,9%, a un nivel similar que el de las elecciones generales de 1983. Los mismos de la extrema derecha conservan su antiguo nivel, en tomo al 6,5%.

En la RFA se mantiene la distribución de fuerzas de democristianos y socialdemócratas. A falta de resultados definitivos, los liberales alemanes -pequeños aliados del Gobierno democristaino- parecían quedarse sin un solo escaño, al no superar la barra del 5% fijada en la ley electoral germana. Un cambio en el tradicional mapa político, pues, por el contrario, con un 8,1% de los votos, los verdes alemanes podían llevarse siete escaños. Verdes también debían entrar en Estrasburgo: de Holanda -donde el confesionalismo de derecha logra otro escaño- (dos), y Bélgica (uno). En estos dos países, sin embargo, los Gobiernos de coalición dernocristiana-liberal salían airosos de esta prueba. En Dina marca, sin peligro para el Gobier no, el movimiento antieuropeo si guió progresando. En Irlanda la oposición nacionalista le gana terreno a los conservadores a costa de los laboristas.