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Chernenko ofrece especialistas soviéticos para que atiendan en Padua a Berlinguer

Juan Arias

Konstantín Chernenko, máximo dirigente de la Unión Soviética, envió ayer un telegrama de solidaridad al secretario general del Partido Comunista Italiano, Enrico Berlinguer, en el que expresa "simpatía y deseos de una pronta recuperación" al tiempo que se ofrece a enviar "urgentemente" un equipo médico de especialistas soviéticos al hospital de Padua donde yace el enfermo.

El cuadro clínico de Enrico Berlinguer siguió durante el día de ayer sin variación sustancial. Los dos partes médicos fueron lacónicos y puramente formales. La verdad es que Berlinguer respira ya desde la tarde del sábado a través de una máquina. Eso sí, su corazón sigue resistiendo y por eso el coma irreversible en el que ha entrado podría, según algunos médicos, alargarse incluso varios días.Y cuando hasta los especialistas más optimistas han perdido toda esperanza de poder salvar al líder comunista, de Moscú llegó ayer a Roma el ofrecimiento de Chernenko de enviar a Padua un equipo de médicos soviéticos. El comentario de los militantes comunistas presentes en el hospital fue mordaz: "¿Pero Chernenko no estaba ya muerto?".

Fuera de esta nota agria, se advierte sin embargo en torno al lecho de agonía de Berlinguer un plebiscito de armonía, de solidaridad y de respeto. Nunca la soñada política de unidad nacional del líder que se está acabando fue tan real.

No sólo ha estado y está aún siempre presente, como un cancerbero amigo, la máxima autoridad del Estado, el anciano Sandro Pertini, sino que por el hospital ha desfilado lo más representativo de este país, desde los altos cargos del Estado a los mayores líderes del Gobierno y de los partidos políticos, sin la más mínima excepción.

Esta vez hasta el periódico neofascista Il Secolo d'Italia ha escrito un perfil sobre Berlinguer que, según Repubblica, en otra ocasión "no lo hubiesen escrito ni bajo tortura", por los elogios que regala a su mayor opositor político.

Llegó Craxi

La única incógnita era la presencia en Padua del actual presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, que durante las últimas semanas se enfrentó durísimamente con el líder comunista agonizante. Se temía incluso una reacción descompuesta de los jóvenes militantes del Partido Comunista Italiano (PCI).Por eso, en la mañana de ayer, antes de que Craxi llegase al hospital, salió a hablar con ellos el hermano de Berlinguer, Giovanni, famoso sociólogo, quien les pidió "respeto" para el adversario político, recordándoles que los socialistas "son un partido hermano de los comunistas" y que el momento dramático exigía más que nunca respeto hacia todos. Y así, Craxi pudo entrar en el hospital, sin aplausos como Pertini, pero sin silbidos, en silencio.

Craxi, que había llegado directamente de la cumbre de Londres, se entretuvo un cuarto de hora en el hospital. No entró a ver al enfermo, pero hizo una declaración de amistad y de simpatía, elogiando la figura de Berlínguer "a quien deseo saludar vivo", dijo Craxi, porque "mientras exista un hilo de esperanza por tenue que sea, para mí", añadió Craxi, "Berlinguer no ha muerto". "Hemos tenido disputas en los últimos tiempos, añadió, pero conozco a Enrico desde hace 30 años, y eso pesa mucho en la vida de un hombre. Deseo sinceramente que siga viviendo".

Y mientras el líder comunista luchaba aún contra la muerte, todos los líderes políticos de su partido estaban distribuidos por la piel geográfica del pais, empeñados en los últimos comicios electorales de las próximas elecciones europeas. Unas elecciones que para Berlinguer se presentaban importantísimas, porque incluso entraba en sus previsiones que el partido comunista quedara por delante de la Democracia Cristiana, y se convirtiera en el primer partido italiano del Parlamento Europeo.

Ahora la pregunta es qué efecto psicológico podrá tener el 17 de junio en el voto el drama de Berlinguer. Lo está estudiando hasta un equipo de psicólogos, y no hay acuerdo. Se recuerda el caso de Kennedy en Estados Unidos, donde, a pesar de la tremenda conmoción producida por su muerte violenta, acabó después ganando las elecciones el demócrata Johnson.

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