Paseo por los jardines de España
Excluidos de las guías turísticas, no son muchos, apenas 100, pero están cerca de los centros de veraneo y merece la pena conocerlos
Las vacaciones de verano pueden servimos para descansar de las rutinas diarias, incluyendo aquellas que son una simple afición, como cultivar unas plantas o mantener un jardín. Pero esa afición puede reforzarse en verano, aprovechando esos días para conocer algunos jardines, generalmente escasamente divulgados y muy raramente incluidos en las guías turísticas. No es que haya muchos de destacado valor artístico o histórico, no pasan de 100 en toda España, pero sí están bastante repartidos y algunos seguro que quedan muy cerca de su lugar de veraneo. Anímese.Laberinto catalán
Empezando por Cataluña, la oferta es variada y abundante. En Barcelona hay que conocer los jardines del Laberinto, en el barrio de Horta, de corte neoclásico, que deben su nombre al laberinto formado con setos de ciprés. La otra cara de la moneda es el parc Güell, diseñado por Gaudí, y cuyas construcciones retorcidas, bancos y monstruos son un complemento perfecto a las visitas típicas a la Sagrada Familia y la casa Milá, en el mismo estilo peculiar y ondulante. Naturalmente, el resto de los parques barceloneses son dignos de verse, destacando los de Mosen Jacinto Verdaguer y los de Costa i Llovera, inaugurados hace tan sólo 14 años.
En el comienzo de la Costa Brava, y mirando, sobre el Mediterráneo, se encuentran los jardines Mar í Murtra, fundados (y en buena parte plantados) por Carlos Faust; su mayor interés reside en la amplia colección de cactáceas y crasas que posee y, desde luego, en el atrevido diseño, casi volando sobre los acantilados, según lo que se ha dado en llamar jardín mediterráneo.
El viejo Turia
Levante es tierra de horticultores desde siempre y por ello pueden encontrarse multitud de pequeflos jardines por toda la costa; quizá Valencia capital sea la que posea los más conocidos. Monforte es recoleto y ecléctico, a medio camino entre la sobriedad decimonánica y el juego de luces y sombras mediterráneo. Si experimenta a la entrada un ligero efecto de déja vu, no le importe: efectivamente, los leones que guardan la entrada fueron encar
De paseo por el jardín
gados para su colocación en el Palacio de las Cortes, pero resultaron demasiado pequeños; es una curiosidad que realza el jardín, aunque no más que sus hermosos setos o su montañita retrepada por un verde lujurioso. También en Valencia conviene ver el Botánico, algo descuidado pero cada vez más atractivo, con una buena colección de palmeras y algunos ejemplares arbóreos de consideración. No se vaya sin contemplar el cauce viejo del Turia: a la vuelta de pocos años se va a convertir en el parque más grande y más ambicioso de toda España, aunque ahora se vea reseco y escasamente plantado.En Elche (Alicante) es obligada la visita a los palmerales, y, desde luego, al llamado Huerto del Cura; es pequeño pero agradable, y con unos ejemplares de palmeras realmente admirables.
El Generalife
De Andalucía casi no se puede ni hablar: Alhambra, Generalife y casi todos los cármenes de Granada; el patio de la Mezquita, el Alcázar de los Reyes Cristianos y los patios en Córdoba; el parque de María Luisa, Los Reales Alcázares, el jardín de las Dueñas, en Sevilla; el Parque, la Concepción y el Retiro, en Málaga; todos ellos son esenciales a la hora de hablar de jardinería española y requerirían muchas páginas para su descripción.
Paisajismo inglés en Galicia
En el norte de España los jardines más bellos y originales se encuentran en Galicia, y hay muchos rodeando pazos y palacios. Vigo ofrece el de Cástrelos y el de San Thomé; cercanos a Pontevedra pueden encontrarse los de Rubianes, Barrantes y Fefiñanes, en distinto estado de conservación; cerca del río Ulla, entre Pontevedra y La Coruña, pueden visitarse los dos más importantes: el pazo de Oca, una maravilla en piedra y vegetación, con una ría monumental, rodeada de hortensias y de bojes, y el pazo de Santa Cruz de Ribadulla, acaso el ejemplo más cercano al paisajismo inglés y donde una puesta de sol oportuna puede dar lugar a adimirar un cuadro en vivo que hubiera envidiado Constable.
Pados castellanos
La aventura forma parte de la visita de jardines, y preguntando e insistiendo (y teniendo suerte) pueden verse jardines cercanos que apenas se abren al público: la Real Fábrica de Paños de Brihuega (Guadalajara), cuidado, pequeño y con un mirador excepcional sobre el Tajuña; el bosque en Béjar (Salamanca), con su cenador dieciochesco, y el del palacio de Cadalso de los Vidrios (Madrid). Muy poco conocidos (y la mayor parte de las veces peor conservados) son los patios claustrales de monasterios: Silos, por ejemplo, merecería un mejor jardín y no una simple pradera.
Sin salir de Madrid
Y si no sale de Madrid, hay varios y buenos que quedan muy al alcance; no en vano Madrid ha sido la capital durante varios siglos y tanto monarquía como aristocracia se ocuparon de la ciudad y sus alrededores. El Retiro (tan deteriorado), El Capricho, (conocido popularmente como la Alameda de Osuna y a la espera de su completa restauración), el Jardín Botánico (pese a estar abierto sigue siendo un gran desconocido): todos ellos a tiro de autobús. A Aranjuez se puede ir en tren y en autobús, y justifica una excursión de un día para ver los parterres y perderse en las riberas ajardinadas del Tajo, como hicieron los Austrias con cierto estilo italiano. Pero si prefiere el afrancesamiento de Versalles, la Granja de San Ildefonso, en Segovia, puede darle ese gusto por lo barroco majestuoso, tan del agrado de los antiguos Borbones. De ser más austero, lo suyo es El Escorial, donde el Monasterio o las dos Casitas (de Arriba y de Abajo) pueden darle la precisión del tiralíneas y el dibujo perfecto. Algo que no por sabido debe olvidarse en la jardinería.
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