_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El artículo de Vázquez Montalbán

No suelo contestar a las plumas de prestigio que exponen sus ideas a través de los periódicos. Sin embargo, un artículo de Vázquez Montalbán (Así están las cosas) desborda el vaso de los despropósitos que en y sobre Cataluña se están oyendo estos días, lo que me obliga a intervenir. Vázquez Montalbán está afiliado al PSU de Cataluña, y yo, que soy militante de base del PSC, no comprendo como sus simpatías políticas le llevan a ser más duro con un Gobierno) de izquierda que con un Gobierno de derecha que, a caballo de sentimientos nobles y legítimos, está extendiendo dentro de la nacionalidad catalana una esquizofrenia irreversible, de nefastas consecuencias sobre nuestro yo colectivo y nuestra imagen externa.Para Vázquez Montalbán, el víctimismo -clave de bóveda de esa esquizofrenia galopante- está más que justificado. Y sus argumentos asombran: nuestro pueblo no puede rrienos que ofenderse y considerar con seriedad la amenaza centralista (Estatut y competencias, al margen), a tenor de las graves deficiencias profesionales que TVE proyecta sobre ámbitos futbolísticos y deportivos. Es decir, mientras haya un cretino en Prado del Rey (el circuito catalán y TV-3, al margen) que pronuncia "Sabadel", nosotros podremos seguir diciendo que no nos entienden. El argumento tiene su lógica, pero me parece poco afortunado situarlo en el centro de la compleja dinámica que implica la construcción de un Estado de las autonornías en general, y la reconstruccíón nacional de Cataluña en particular. No seré yo quien niegue los errores que en el ámbito autonómico comete este Gobierno, empezando por el impresentable ministro de Administración Territorial del que hace uso. Pero, por favor, sin anteojeras: la derecha catalana, sus contenidos y sus mensajes, gozan de una impresentabilidad aún mayor y de más graves repercusiones.

Utilizaré, por otra parte, un simil, cuyos puntos de contacto con la realidad catalana nadie podrá negarme. Imaginemos una campaña electoral a nivel de Estado, y supongamos que Felipe González se presenta a la reelección bajo el eslogan "Nadie hará más por España", algo que no dejaría de producir perplejidad entre el personal. Pero imaginemos, además, que antes la oposición, capitaneada por Fraga, hubiera sido acusada, cada vez que elevaba críticas al gabinete, de defender intereses foráneos, de atacar con tales críticas a las instituciones democráticas en su totalidad y de representar a una categoría de españoles de inferior pureza étnica y menores convicciones patrióticas que los representados por el partido en el poder (mayor vinculación a un pasado mozárabe, etcétera). Y añadamos un mitin final de campaña en el que Alfonso Guerra u otro segundo de a bordo presentara al candidato como "salvador de España". Si ese proyecto obtuviese la mayoría absoluta, a nadie le extrañaría que cuando su presídente -sometido cuando menos al beneficio de la duda, como todos los ciudadanos- fuera objeto de un proceso judicial por anteriores gestiones profesionales de desastrosas consecuencias para el erario público, se levantaran voces equiparando la querella a una agresión contra la honorabilidad de España, sus tierras y sus gentes.

Vázquez Montalbán puede, desde su leninismo de opereta, prejuzgar la inocencia de un ex banquero cuya empresa ha dejado un agujero de 270.000 millones de pesetas. El que suscribe, socialdemócrata y moderado hasta los lindes del amarillismo, se muestra menos generoso en la exculpación automática y gratuita de quienes manejan ingentes cantidades de dinero a la postre mal administradas. Y que no piense Montalbán que escribo, estas líneas desde la frivolidad: conozco muy de cerca la soledad -de todo tipo- que acecha en Cataluña a los intelectuales díscolos con el pujolismo y con sus conceptos centrales respecto a nuestra nación. A pesar de eso, pienso que podía haber buscado otra fórmula más digna para obtener el certificado de "bon noi", equivalente actual de aquel otro maniqueismo que manejó la dictadura para meter dentro o dejar fuera de la españolidad a quienes no compartíamos sus mezquinos criterios./

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_