El Rey reafirmó en Aquisgrán la voluntad europea de España
El rey Juan Carlos reafirmó ayer en Aquisgrán (Alemania Occidental) con ocasión de la entrega del Premio Carlomagno al presidente federal alemán Karl Carstens, "la voluntad inquebrantable de mi pueblo de aportar al destino común europeo nuestros esfuerzos e ilusiones, nuestra disposición, tanto a hacer sacrificios propios como a exigirlos de los demás".
El acto tuvo lugar en la Sala de la Coronación del Ayuntamiento de Aquisgrán y comenzó a las 11 de la mañana, con la interpretación de un fragmento de una sinfonía de Joseph Haydn. La jornada de los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, empezó con una misa solemne en la catedral de Aquisgrán.Ayer salió el sol en la República Federal de Alemania y los actos de Aquisgrán no estuvieron pasados por agua; sin embargo, a las 11 de la mañana del día festivo de la Ascensión sólo se congregaron a las puertas del ayuntamiento unas 1.000 personas. La mitad aplaudió la llegada de las personalidades asistentes y la otra mitad empezó a abuchear y pitar con silbatos al presidente Carstens. Unas pancartas preguntaban: "¿Qué hizo Carstens para que le den el premio?", y otras aludían al pasado nazi de Carstens con la frase "Él ya luchó en las SA por una Europa libre".
En el interior de la Sala de la Coronación, los pitidos de la calle llegaban bastante amortiguados, y el alcalde de Aquisgrán abrió el acto solemne, que estuvo totalmente impregnado de referencias a la idea europea. El lugar de honor lo ocupaba el galardonado Karl Carstens, con el rey Juan Carlos a su derecha y el ex presidente de la RFA, Walter Schell, a su izquierda. Además de don Juan Carlos (1982) y Scheel (1977) estaban también en la sala otros galardonados con el Premio Carlomagno de años pasados: el ex primer ministro italiano Emilio Colombo (1979) y el ex primer ministro del Reino Unido Edward Heath (1963).
A un lado de la sala se sentó la reina Sofía, entre el ministro de Educación, José María Maravall, y la esposa del presidente alemán, Verónica Carstens, que tenía a su izquierda al canciller de la RFA, Helmut Kohl. El recién elegido secretario general del Consejo de Europa, Marcelino Oreja, también asistió al acto. El alcalde de Aquisgrán, Kurt Malangre, no se limitó en su discurso a las palabras de bienvenida y justificación de la concesión del premio, sino que habló de la "serie de conferencias fracasadas, la trampa autoconstruida del principio de unanimidad y la incapacidad de los Consejos de Ministros europeos para solucionar los trabajos pendientes, y también puso de manifiesto la "decepción ante los que piensan que pueden dejar que degenere la comunidad de 270 millones de europeos a costa de la caza de pequeños intereses nacionales".
La reina Sofía seguía los discursos sin necesidad de auriculares de traducción. El canciller Kohl repitió el compromiso de apoyar el ingreso de España en las comunidades europeas para el 1 de enero de 1986, y volvió a citar la frase de "Europa sin la Península Ibérica es un torso". Kohl se dirigió al Rey y dijo que los trabajadores españoles en la RFA son huéspedes bien vistos, y citó una frase del discurso de don Juan Carlos en la misma sala hace dos años, en la que se señalaba la prioridad del conjunto europeo por encima de los intereses de las partes.
El rey Juan Carlos destacó en su discurso la componente europea de Karl Carstens, y luego hizo una clara afirmación de la vocación europea de España. El Rey citó en su discurso a Salvador de Madariaga, José Ortega y Gasset, Konrad Adenauer, Alfonso X el Sabio, Montesquieu, Carlomagno, el obispo de Astorga Hermann (El Alemán) y los teólogos españoles Vitoria, Suárez y Menchaca.
Las palabras del Rey fueron acogidas con un largo aplauso. Carstens, desde el centro de la sala, aplaudió en pie al Rey y luego dijo: "Me siento honrado y algo avergonzado con sus palabras", y agradeció haber dado una dimensión europea a su discurso de alabanza del nuevo galardonado. Carstens calificó de histórico el discurso del Rey de España.
A las siete de la tarde de ayer, los Reyes regresaron a Madrid, siendo recibidos en el aeropuerto por el presidente del Gobierno, Felipe González, y el alcalde de Madrid, Enrique Tierno.
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