Tras reabrir el teatro Lara, Jaime Salom repone en Madrid su obra 'Culpables'
El dramaturgo catalán no consigue, por el contrario, estrenar en Barcelona
Desde Barcelona, donde el teatro que lleva el nombre de la ciudad aguarda, resignado, la posible calificación de edificio ruinoso, lo cual permitiría a los poderes públicos olvidarse definitivamente de él, y donde los autores catalanes raramente estrenan, la reapertura del Lara y el éxito de Salom se ven de una manera muy especial. Sobre ello y otras cosas relacionadas con su trabajo hemos conversado en Barcelona con Jaime Salom.Pregunta. Empecemos, si le parece, por Un hombre en la puerta, la obra que acaba usted de estrenar en el Lara.
Respuesta. Mire usted, yo llevaba sin estrenar desde el otoño de 1980, en que di a conocer en Madrid, en el teatro Espronceda 34, El corto vuelo del gallo. Estos tres años me han servido para documentarme y reflexionar sobre mi nueva obra; obra que no vacilo en calificar como la más ambiciosa y tal vez como la más madura de las que llevo escritas. En cualquier caso, estoy muy satisfecho de ella. El tema central es el canto a la libertad del individuo, su derecho a evolucionar en el sentido que crea, sienta y considere más conveniente. Como pretextos para llegar al fondo de la cuestión, me he servido de la religión, de una cierta ideología política (hay, no voy a descubrírselo, una clara relación entre Iglesia y partido) y de la homosexualidad femenina como elección personal. La obra es, pues, la descripción, de esa dura y difícil lucha por evolucionar que el ser humano mantiene con los dogmatismos, las ortodoxias, las iglesias y las capillas.
P. Y además de esta obra, ¿en qué ha trabajado usted?
R. Pues he terminado un musical, Jerusalén, hora 0, al que está poniéndole música Teddy Bautista. Se trata de una actualización de La cruzada de los niños, un relato de Marcel Schwob, aunque en el fondo es un pretexto para insistir en el tema del Mayo del 68. Es probable que este musical lo estrenemos en México antes que en España. También he estado trabajando, sigo trabajando, en una obra sobre la América de 1510. En ella defiendo un punto de vista al que nuestra formación franquista e imperialista no nos tenía acostumbrados: a pesar de los conquistadores, la conquista fue buena por lo que se dijo, por lo que se escribió, por lo que se hizo en favor de los indios. Los únicos monumentos que hay hoy en América son los de aquellos que así obraron, los de los contestatarios.
P. Y para Barcelona, en original catalán o en traducción al catalán, ¿tiene usted algo en perspectiva?
R. No. Hace algún tiempo hice gestiones para estrenar en Barcelona, en catalán, Nueve brindis por un rey, obra estrenada en Madrid un año antes de la muerte de Franco. La obra trata del compromiso de Caspe, de la sucesión del rey Martín I el Humano, o, para ser más precisos, de la muerte del general Franco, que iba a morir sin sucesor. Una obra en la que salen catalanes, valencianos, mallorquines y aragoneses. Estuvimos a punto de estrenarla en el Romea, pero no hubo suerte. Sigo pensando que la obra, en una nueva versión, podría gustar en Barcelona. En último caso, yo no descarto la posibilidad de estrenar en Barcelona y en catalán; lo que ocurre es que es muy difícil: apenas hay teatros.
P. ¿Cómo ve usted la actividad teatral en Barcelona?
R. Bien. Se programa mucho teatro en catalán, lo cual es bueno después de la dependencia madrileña de algunas salas barcelonesas. Pero encuentro que se hace muy poco para promocionar a los nuevos, y no tan nuevos, autores catalanes.
P. Y sobre la política teatral de los organismos públicos, ¿qué piensa usted?
R. En general, pienso que corren el riesgo de querer volver a tenerlo todo en sus manos, de controlarlo todo, como en la época franquista, aunque con otros medios, más democráticos, claro. Habría que ayudar a la empresa teatral de una manera distinta de como se la está ayudando. Habría que suprimir los pasillos, las antesalas, las amistades, el "éstos no sé quiénes son" y el "a éste sí, que es muy simpático". El que quisiera hacer un clásico o un nóvel, o una comedia cómica, debería recibir directa e indiscriminadamente una subvención, la fijada de antemano. Con todo, sigo pensando, a pesar de que resulta utópico y sé que se me echarán encima, en la razón que tenía Zola cuando escribió que la única libertad que tiene el autor es el dinero; la única forma en que el artista puede escaparse del poder, de la violencia, de la coacción de los poderosos, es que su obra produzca el suficiente dinero como para vivir sin necesidad de nadie. Y eso sólo se puede lograr a través de la taquilla.
'Estrenar en Broadway'
P. Por último, ¿qué incidencia tiene el teatro de Jaime Salom en el extranjero?R. Pues mire usted: la televisión alemana acaba de pedirme Culpables para convertirla en una serie. Desde Moscú me pidieron El corto vuelo del gallo para estrenarla allí. En Estados Unidos va a publicarse por primera vez una antología de autores españoles: Buero, Ana Diosdado, Martín Recuerda y yo, publicada por Performing Arts Journal (PAJ). En este país tengo muchas obras traducidas, hay ensayos publicados sobre mi teatro, he estrenado algunas obras en universidades, pero todavía no he conseguido hacerlo en Broadway. Espero poder hacerlo algún día.
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