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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mozart y Verdi abren el ciclo de ópera de Valencia

Dada la complejidad esencial de Don Giovanni, ópera de las óperas y asignatura difícil aun para alumnos aplicados, la versión del festival de Córcega, de tono escolar, merece sin duda el aprobado. Las incontables maravillas de la partitura anduvieron todas, sino en su lugar, cerca de él lo bastante como para procurar un discreto placer. No así la escena, carente de inteligencia, de imaginación y de gusto -¿por qué lo que no se tolera en el teatro ha de tolerarse en la ópera?- en un desaguisado permanente: para un teatro tan desaliñado, vale más una ópera en concierto, fórmula que, por cierto, ahora se lleva.El héroe, con más gusto que voz, invirtió el papel: en lugar de un rufián que se hace pasar por honesto, apareció como un casto con ínfulas de aventurero, comedido y con escaso poder de convocatoria. El criado lucía voz más compacta, pero no hecha para desmedidas aceleraciones. De ahí que el vozarrón del comendador, unido a su marmóreo atuendo -lo único salvable de la desdichada escena-, se impusiera al inocente juego de los mortales burladores. Los burlados, sólo discretos.

Don Giovanni

W. A. Mozart. Libreto: L. da Ponte. Coros y orquesta del festival de Córcega. Puesta en escena: Henry Mary. Director: Miguel de la Fuente. -Réquiem. G. Verdi. Orquesta Sinfónica y Coro del Gran Teatro del Liceo. Director del coro: Vittorio Sicuri. Director: Romano Gandolfi. Il Ciclo ópera y Solistas. Teatro Principal. Valencia, 19 y 20 de mayo.

El trío femenino elevó el nivel vocal medio: en cabeza, Donna Anna, con timbre variable, pero buena escuela; ajustada, Donna Elvira, a la medida de su discreto seductor; y Zerlina, con buena calidad, más dulce que alegre.

Memorable la segunda jornada del Ciclo ópera y Solistas, con la versión inflamada, madura no obstante, y altamente personal que Romano Gandolfi, excelentemente equipado en conjunto, ha llevado a cabo de la ópera sacra verdiana. Una versión que no cede a lo pintoresco, una tentación irresistible para aquellos que contemplan lo mediterráneo desde otras latitudes, y resuelve la entera partitura collavoce, esto es, como un caudal de canto, continuo y homogéneo.

Ghena Dimitrova es una soprano soberbia que sabe alternar diversas barajas de la voz sin desbarajustar la unidad de estilo que contiene a un personaje y a una obra. Hanna Schwarz supo envolver su hermosa dicción dramática en un vaivén de rabia y ternura a tono con las palabras aterradas e ingenuas de la secuencia medieval que Verdi desvela a través de su innato populismo.

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